El Papa utiliza la imagen de la luz para describir el progresivo distanciamiento del mundo respecto a Dios: al principio sus reflejos todavía lo iluminan, pero después el hombre acaba por perder su vida cada vez más. He aquí por qué es necesario superar el error del pasado de enfatizar cuanto divide a los cristianos e insistir en cambio —y ya es mucho— en cuanto les une: la fe en el Dios trinitario revelado por Cristo y su testimonio en un mundo sediento de él, como si se adentrara más y más en un desierto sin agua, como dijo Benedicto XVI en la homilía inaugural de su pontificado.
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