lunes, 29 de noviembre de 2021

 





ADVIENTO: TIEMPO DE ALEGRE ESPERA

 

Estimados hermanos: Paz y Bien.

Con la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo, terminamos el año litúrgico.

Este año ha sido, para toda la Comunidad Parroquial y la Familia Franciscana, especialmente gozoso y emocionante, ya que el domingo pasado, nuestro Arzobispo D. Carlos Escribano, consagraba el Altar y el Templo Parroquial.

Demos gracias a Dios por este gran DON que nos ha hecho.

Con el Tiempo de Adviento, comenzamos un nuevo año Litúrgico, que nos va a invitar a ejercitar la paciencia y sobre todo la esperanza, dos actitudes que parecen que están olvidadas en el baúl de los recuerdos.

En nuestro mundo de prisas, de corridas y siempre contra reloj.

Este tiempo nos invita a fijarnos en nuestros hermanos los labradores, qué con toda paciencia, esperan el fruto de lo que han sembrado, con mucha ilusión y saben esperar a que el fruto sea abundante.

Del labrador podemos aprender a ser pacientes, a saber esperar u confiar en el Dueño de la vida, y que sabe dar los frutos a su tiempo.

El Tiempo de Adviento siempre es de alegre espera.

Esperamos “al Señor Que viene”.
Viene a nosotros en la pequeñez de "un niño envuelto en pañales" acostado en un pesebre.

Esperamos al “Enmanuel” el Dios con nosotros.

La esperanza siempre va acompañada de la paciencia, la cual necesitamos para no desfallecer, y mantenernos de pie que es la postura del cristiano, que sabe aguardar a su Señor que viene, que ha venido y que vendrá.

Asimismo, os animo como ha hecho S.S el Papa Francisco, a permanecer “vigilantes en la oración” y a repetir en este tiempo de Adviento, junto a la Virgen, "Ven, Señor Jesús", para así como pedir a la Virgen María, que nos acompañe en el camino del Adviento porque “ella esperó al Señor con un corazón vigilante”.

viernes, 26 de noviembre de 2021

I Domingo de Adviento Ciclo C - 29 de noviembre de 2021.

 


Lecturas I Domingo de Adviento Ciclo C


                               Se acerca vuestra liberación


 PRIMERA LECTURA   

Lectura del libro de Jeremías 33, 14-16






«Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia"».

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14 

R. A ti Señor, levanto mi alma

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 12—4, 2





Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.

Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.

En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.

Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios.  

EVANGELIO

2 cruzLectura del santo evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

En este Primer Domingo de Adviento, el Señor nos invita a una cosa: A LEVANTAD LA CABEZA. No podemos ir por la vida con la “cabeza baja”. No quiere nuestro Señor que vivamos humillados, despreciados, sin derechos ni dignidad.  Es verdad que, como humanos, no podemos presumir de nada. Pero ese Hijo del Hombre que aparece en una nube, allá en lo más alto, ha bajado de la nube a compartir con nosotros esta existencia tan frágil, tan caduca, tan deleznable. Y nos ha devuelto “la imagen” que habíamos perdido. Por eso nos preguntamos: ¿Por qué debemos ir con la cabeza levantada?

1.– Levantamos la cabeza para mirar la vida tal y como es. Hay mucha gente que se escapa de esta vida: no quiere ver tanta violencia, tantas guerras, tantas filas de gente huyendo de sus países, tanto atropello, tanta corrupción. Y dicen: con los ojos cerrados, se vive mejor. Pero, por mucho que cierren los ojos, la miseria no dejará de existir. Jesús pasó por la vida con los ojos bien abiertos:  Veía la soberbia y avaricia de los jefes; la corrupción de los poderosos, la ambición instalada en el mismo corazón de sus discípulos. Y porque vio el mal con todas sus secuelas, quiso luchar contra él.  Si Jesús no hubiera tomado partido por los pobres, si hubiera sido más prudente a la hora de denunciar el mal, si hubiera cuidado un poco las formas y hubiera sido más condescendiente, hubiera vivido muchos años y hubiera muerto tranquilamente en su cama. Pero miró el mal del mundo y ya no pudo vivir tranquilo. Y se comprometió hasta el final.

2.– Levantamos la cabeza para poder mirar el cielo. Uno de los grandes males de nuestra época es que la gente, ya no mira al cielo. El hombre de hoy quiere ser feliz en la “inmanencia”.  Lo decía muy bien el Papa San Juan Pablo II:.»Una especie de ateísmo práctico y existencial que coincide con una visión secularizada de la vida…Un hombre lleno de sí que no sólo se pone como centro de su interés, sino que se atreve a llamarse principio y razón de toda la realidad… Ya no hay necesidad de combatir a Dios. Se piensa que basta simplemente con prescindir de Él.» (P.D.V. 7).  Se están cumpliendo las palabras del poeta: “Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber. Lo peor es que no sabemos para qué sirve la sed” (A. Machado). La sed de infinito, de verdad, de felicidad, que el mismo Creador puso en nuestro corazón, ya no sabemos para qué sirven. Hoy, más que nunca, necesitamos levantar la cabeza y mirar al cielo con un sentido de “trascendencia”. El hombre, como el árbol, necesita de la profundidad de las raíces y de la inmensidad de los cielos para mantenerse en pie. Raíces, sí; pero también lluvia, aire, viento, sol, sobre sus ramas.

3.– Levantamos la cabeza para vivir de esperanza y poder todavía soñar.  La vida humana está lanzada hacia el futuro. Somos lo que no somos y estamos llamados a ser. Y para esto necesitamos de la “esperanza”. En realidad, uno no muere cuando acaba de respirar sino mucho antes, desde el momento que ya “no espera nada de la vida”. Sin esperanza no se puede vivir. Y matamos a una persona cuando le decimos: “Yo de ti ya no espero nada”.  Los sueños más bonitos de los profetas coinciden con la época más trágica del pueblo judío: el destierro de Babilonia. Vendrán días en que los “huesos secos se llenarán de carne y de vida” (Ez. 35). Días en que “un agua que baja del Templo convertirá el desierto en vergel y las aguas salobres del Mar Muerto en un mar de agua dulce donde acudirán los pescadores” (Ez. 47).  A los cristianos que creemos en Cristo Resucitado, se nos podrá quitar la piel, pero no los sueños. Adviento es tiempo propicio para soñar.

PREGUNTAS

1.- ¿Miro la vida como es, con todo su realismo?  Y esto ¿Me obliga a cambiar y luchar por un mundo más humano?

2.–¿Doy a mi vida un toque de fe, de amor, de esperanza? Y esto ¿Lo nota la gente?

3.- ¿Estoy convencido de que, si pierdo la esperanza lo he perdido todo?  Además de dormir, ¿me gusta soñar?



miércoles, 24 de noviembre de 2021

DEDICACION DE LA IGLESIA DE JESUS MAESTRO (OFM) FRANCISCANOS - 21 DE NOVIEMBRE DE 2021- UNA CATEQUESIS DEL RITO


El pasado 21 de noviembre, será recordado en la comunidad parroquial de Jesús Maestro de Zaragoza, como un día festivo de ahora en adelante, solemnemente. ha sido dedicado el templo de la comunidad. Todos los ritos de la  dedicación de una iglesia tienen por finalidad preparar el altar para disponerlo a ser ara y mesa del Señor, el lugar donde se celebra la Eucaristía que es el sacramento del sacrificio de Cristo y el alimento del pueblo de Dios.


Procesión  previa al inicio de los ritos solemnes

Todo recinto sagrado católico existe para reunir a los fieles en los actos de culto y la adoración comunitaria a la Santísima Trinidad. Por tratarse de lugares en los que Dios tiene su morada y los sacerdotes renuevan el sacrificio de Cristo en la cruz, la Iglesia ha dispuesto una liturgia solemne de dedicación para agradecer al Señor "porque en esta casa que nos has permitido edificar y en la que no cesas de favorecer a esta familia tuya que peregrina hacia ti, simbolizas el misterio de tu comunión con nosotros y admirablemente lo realizas".

Cristo, por su muerte y resurrección, se convirtió en el verdadero y perfecto templo de la nueva Alianza y reunió al pueblo adquirido por Dios. Este pueblo santo, unificado por virtud y a imagen del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es la Iglesia, o sea, el templo de Dios edificado con piedras vivas, donde se da culto al Padre con espíritu y verdad. Con razón, pues, desde muy antiguo se llamó «iglesia» el edificio en el cual la comunidad cristiana se reúne para escuchar la palabra de Dios, para orar unida, para recibir los sacramentos y celebrar la eucaristía.

El rito empieza con la entrada en la iglesia.


El párroco se dirige a realizar la apertura del templo

Los ritos de unción, incensación, revestimiento e iluminación del altar expresan con signos visibles algo de aquella acción invisible que Dios realiza por medio de la Iglesia cuando ésta celebra los sagrados misterios, en especial la eucaristía. 

Unción del altar y de las paredes de la iglesia:

Mons. Carlos Escribano unge con óleo el altar

En virtud de la unción con el crisma, el altar se convierte en símbolo de Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el «Ungido», puesto que el Padre lo ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo Sacerdote para que, en el altar de su cuerpo, ofreciera el sacrificio de su vida por la salvación de todos. 


Fray Joaquin Zurera unge una de las paredes del templo

La unción de la iglesia significa que ella está dedicada toda entera y para siempre al culto cristiano. Se hacen doce unciones, según la tradición litúrgica, o cuatro, según las circunstancias, para significar que la iglesia es imagen de la ciudad santa de Jerusalén.

 El Diacono Permanente de San Pio X Inciensa el templo

Se quema incienso sobre el altar para significar que el sacrificio de Cristo, que se perpetúa allí sacramentalmente, sube hasta Dios como suave aroma y también para expresar que las oraciones de los fieles llegan agradables y propiciatorias hasta el trono de Dios.

Mons.Carlos Escribano prende el incienso

La incensación de la nave de la iglesia indica, por su parte, que ésta, por la dedicación, llega a ser casa de oración; pero se inciensa primero al pueblo de Dios, ya que él es el templo vivo en el que cada uno de los fieles es un altar espiritual.

El revestimiento del altar indica que el altar cristiano es ara del sacrificio eucarístico y al mismo tiempo la mesa del Señor, alrededor de la cual los sacerdotes y los fieles, en una misma acción pero con funciones diversas, celebran el memorial de la muerte y resurrección de Cristo y comen la Cena del Señor. Por eso el altar, como mesa del banquete sacrificial, se viste y adorna festivamente. Ello significa claramente que es la mesa del Señor, a la cual todos los fieles se acercan alegres para nutrirse con el alimento celestial que es el cuerpo y la sangre de Cristo inmolado.

Dos miembros de la comunidad revisten el altar

La iluminación del altar, seguida de la iluminación de la iglesia, nos advierte que Cristo es la «luz para alumbrar a las naciones» con cuya claridad brilla la Iglesia y por ella toda la familia humana.


Un acólito procede a la iluminación del templo

Una vez preparado el altar, el obispo celebra la eucaristía, que es la parte principal y más antigua del rito. La celebración eucarística se relaciona íntimamente con él. En efecto: — Con la celebración del sacrificio eucarístico se alcanza el fin principal de la construcción de una iglesia y de un altar y se manifiesta con signos preclaros. — Además, la eucaristía, que santifica los corazones de quienes la reciben, consagra en cierta manera el altar y el lugar de la celebración, como lo afirman repetidas veces los antiguos Padres de la Iglesia: «Este altar es admirable porque, siendo piedra por su naturaleza, ha llegado a ser cosa santa después que recibió el cuerpo de Cristo»


Eucaristía solemne tras la consagración

La ceremonia, fue presidida por el Excmo. y Rvdmo. Arzobispo de Zaragoza, D. Carlos Manuel Escribano Subías, acompañado del Ministro Provincial de los Franciscanos Menores, fray Joaquín Zurera, su predecesor en el cargo, Fr. Juan Carlos Moya, del párroco y guardián de la fraternidad de Zaragoza, fray Joan Jordi Escrivá, el Vicario Episcopal de la Vicaría II y de la MIDE D. Jesús Jaime Navarro, y el Diácono Permanente de la Parroquia de San Pío X D. Octavio Pérez, ejerciendo como maestro de ceremonia fray Joaquín Pacheco Galán del Convento Franciscano de Guadalupe y que contó con la presencia de  los hermanos franciscanos del Convento de Santa María de Jesús (Fr. Antonio Rios, Fr. Antonio Barceló, Fr. Jose Daniel Llacer), los hermanos definidores de la Provincia Franciscana de la Inmaculada, así como de otros hermanos venidos de distintos conventos y fraternidades (entre ellos Fr. Ángel Talens, anterior párroco y Miguel Ángel Lavilla, que fue diacono en la parroquia).










sábado, 20 de noviembre de 2021

Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo - Ciclo B - 21 de noviembre de 2021.

 





                           "Mi reino no es de este mundo"

 

PRIMERA LECTURA 

 

Lectura de la profecía de Daniel 7, 13-14




Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.

Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5 

R. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 1, 5-8




Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.

Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.

A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén.

Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso».

Palabra de Dios.

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Juan 18, 33b-37




En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:

—«¿Eres tú el rey de los judíos?».

Jesús le contestó:

—«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

Pilato replicó:

—«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

Jesús le contestó:

—«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

Pilato le dijo:

—«Conque, ¿tú eres rey?».

Jesús le contestó:

—«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

1.– La bella profecía de Daniel (1ª Lectura). Daniel tiene un sueño-visión. Y aparece el océano, como elemento hostil. Y del océano brotan las fieras, que entran en la tierra firme de la historia. Una fiera va eliminando a otra y cada vez peor. Esas fieras ya son conocidas por nosotros: el imperio de Nabucodonosor, los medos, los persas, Alejandro Magno… Y así la historia va pasando bajo el dominio de lo bestial, lo feroz, lo brutal. Si sigue así, la historia no tiene remedio. Entonces, el mismo Dios, como un anciano venerable, se sienta solemnemente con unos libros en las manos. Hay que buscar una solución. Y la solución no está en una quinta fiera. Y sigue la visión. Aparece “una figura humana” que viene de la carroza celeste. En un principio a esa figura se le da una interpretación colectiva: “la comunidad de los santos del Altísimo, el Pueblo consagrado a Dios”. Pero va pasando el tiempo y la profecía no funciona. Es entonces cuando se le da una interpretación individual, esa figura es la cabeza de ese pueblo, es decir, EL MESIAS.

2.– Con Jesús, el Mesías, la profecía llega a plenitud. Es Jesús el que va a dar a la humanidad “un rostro humano”.  Jesús va a ser “rey” pero no de este mundo salvaje y bestial. Él nos va a decir que “todos somos hijos de Dios” y que, por lo tanto, somos hermanos. Con Jesús se debe acabar con la ley de la selva. Y va a imponer la ley del amor, del servicio auténtico al hombre, a todo hombre o mujer sin poner etiquetas; la ley   de la autoridad como servicio desinteresado. Jesús va a pasar toda la vida haciendo el bien y quitando de nosotros el mal. Es impresionante las palabras del ciego de Betsaida, después de haber sido untado por Jesús: “Veo hombres como árboles que andan” (Mc. 8.24). Unos hombres sin rostro humano. Sin capacidad de entender ni de sentir, reducidos a una vida puramente vegetativa. A ese hombre que no es hombre, que ha sido desfigurado, a ése viene a salvar Jesús. Cuando Cristo es perseguido en el huerto, Pedro le corta a uno la oreja, por defender a Jesús. Pero Jesús, después de curar la oreja, le dice mansamente a Pedro: “Mete tu espada en la vaina, porque el que a hierro mata, a hierro muere” (Mt. 26,52). Jesús no ha caído en la trampa. Por el camino de la violencia se entra en un callejón sin salida.  Jesús morirá en una Cruz, como Rey de Paz, de Amor, de Verdad, de Justicia.

3.– El cristiano está llamado a ser “rey de sí mismo”. En el bautismo se nos dice que somos “reyes”. Pero no reyes para dominar sino para dominarnos a nosotros mismos. A los primeros cristianos que vivían en Roma en tiempo de los emperadores, se les obligaba a dar culto al Emperador, como si fuera un Dios. Pero ellos decían: Nosotros no adoramos más que a nuestro Señor Jesucristo, que ha muerto y ha resucitado por nosotros. Esta profesión de fe, los llevó al martirio. Debemos estar atentos porque, dentro de nuestro corazón, podemos llevar bestias salvajes. Lo decía muy bien San Basilio:” Los hombres estamos llamados a dominar el mundo, a ser dueños y señores de nosotros mismos. ¿Dominas toda clase de fieras? Me responderás: ¿Es que tengo fieras dentro de mí? Sí, y muchas. Fiera grande es la cólera cuando ladra en tu corazón, ¿no es más feroz que cualquier mastín?  El que injuria afiladamente, ¿no es un escorpión? El codicioso, ¿no es un lobo rapaz? El lujurioso, ¿no es un caballo enfurecido? En resumen, hay muchas fieras en nosotros. Ahora bien, si dominando a las fieras de fuera, dejas que te dominen las de dentro, ¿te has hecho realmente señor de las fieras? Has sido creado para dominar: dominar las pasiones, dominar las fieras”.

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy convencido de que este mundo salvaje, bestial, no puede seguir así?  La solución ¿de dónde la espero? ¿De arriba o de abajo?

2..- ¿Me admira la figura del Hijo del Hombre, capaz de dar “rostro humano” a todos los medios y sistemas de deshumanización?

3.- ¿Estoy dispuesto, como cristiano, a trabajar para que el hombre sea cada vez más hombre, y la mujer más mujer?


viernes, 12 de noviembre de 2021

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - 14 de Noviembre de 2021

 


Lecturas XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

  

PRIMERA LECTURA 

Lectura de la profecía de Daniel 12, 1-3




Por aquel tiempo se levantará Miguel,
el arcángel que se ocupa de tu pueblo:
serán tiempos difíciles, como no los ha habido
desde que hubo naciones hasta ahora.

Entonces se salvará tu pueblo:

todos los inscritos en el libro. 

Muchos de los que duermen en el polvo
despertarán:

unos para la vida eterna,
otros para ignominia perpetua.

Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento,
y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas,
para toda la eternidad.

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 15, 5 y 8. 9-10.11

R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.R.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 11-14. 18





Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.

Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.

Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

Palabra de Dios.  

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 13, 24-32




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.

Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.

Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».

Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN:

En estos últimos domingos del año litúrgico, la Iglesia nos sitúa al final de la historia. Pero para los judíos (y después los cristianos), la historia no es “circular” como en los pueblos vecinos, donde todo se repite, sino “lineal” es decir, con perspectivas de futuro. Israel se encuentra siempre en tensión hacia la salvación que ha de venir. Desde Abrahán, a quien Dios le dice: «sal de tu tierra», pasando por el éxodo hacia la tierra prometida; y terminando por la espera del Mesías, Israel vivió siempre con la esperanza de algo mejor, que Dios le iba a dar. Veamos los textos de hoy en esta perspectiva positiva.

1.– Entonces verán al Hijo del Hombre sobre las nubes.

La partícula “entonces” viene a continuación de hablarnos de una angustia ante el oscurecimiento del sol, y de la luna y la caída de las estrellas. Esto significa que, ante la llegada del Hijo del Hombre en poder y majestad, todas las criaturas palidecen, dejan de brillar. Tal y como habían anunciado los profetas, todos los imperios, destructores de la humanidad, tienen que ceder y dar paso a una humanidad nueva donde reine la justicia, la igualdad, la fraternidad.  “El cielo y la tierra pasarán”. Sí, en este mundo todo pasa: Pasan los astros, los modelos, los ídolos de barro, los que acaparaban las noticas de los medios de comunicación, los grandes de la tierra.  Dice Jesús: Para hablar de este final tan apoteósico, no hay que meter miedo a nadie. Basta con que sepamos presentar el verdadero rostro de Dios. Dios no quiere esclavos que le sirvan por miedo, sino hijos que le amen con libertad. 

2.– Aprended de la higuera. 

Es una bella imagen. Por frío, duro y crudo que sea el invierno, nunca podrá detener la primavera. En primavera las ramas se ponen tiernas, brotan los capullos y son expresión de vida y de belleza.  Parece decirnos Jesús con esta imagen: ¡No tengáis miedo!  Está por estallar una eterna primavera de Dios. Por fin os vais a enterar quien era Dios. Ese Dios que ha estado tan oculto en vuestra historia, se va a manifestar “tal y como es” Allí reunirá “a los elegidos de los cuatro vientos”. Y se logrará la gran fiesta de la fraternidad universal. “Y Dios será todo en todos” (1Cor. 15,28).

3.– El día y la hora nadie lo sabe, sólo el Padre. 

Jesús, durante su vida, no hizo otra cosa que hablarnos del Padre y sólo del Padre. Parece que era eso lo que más le interesaba. Sabía muy bien que en el momento en que los hombres y mujeres de este mundo cayéramos en la cuenta de cómo es Dios, el Dios revelado por el Hijo, un Dios cercano, el Dios –Abbá, es decir, “Papá”, el Dios que sólo quiere nuestro bien y que seamos felices, ese día nuestra vida cambiaría.  El que Dios Padre se haya reservado para Él sólo el saber el día y la hora, lo que quiere decir es que quiere ser El personalmente, el que nos dé la “sorpresa”.  Si un Padre se ha visto forzado a vivir muchos años separado de un hijo, cuando le dicen que ya pronto va a regresar, el primero que quiere ir al aeropuerto a darle el primer beso, el primer abrazo, es el padre. Así es Dios. De lo que ha de suceder ese último día, nadie sabe nada, ni a nadie le interesa. Es algo que se ha reservado el Padre para darnos la GRAN SORPRESA.

PREGUNTAS

1.- ¿Todavía le tengo miedo a Dios? ¿Aún no he experimentado su cariño, su bondad, su ternura? ¿Por qué esperar al último día?

2.- ¿Me da alegría el pensar que después de la muerte, vendrá el “estallido de una eterna primavera”?

3.- ¿He pensado que el primero que vendrá a abrazarme, después de mi muerte, va a ser mi Padre-Dios? ¿Me lo creo?





domingo, 7 de noviembre de 2021

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - 10 de noviembre de 2021

 




Lecturas XXXII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B


 

PRIMERA LECTURA 

Lectura del primer libro de los Reyes 17, 10-16






En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:

—«Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba».

Mientras iba a buscarla, le gritó:

—«Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan».

Respondió ella:

—«Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos».

Respondió Elías:

—«No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después.

Porque así dice el Señor, Dios de Israel:

"La orza de harina no se vaciará,
la alcuza de aceite no se agotará,

hasta el día en que el Señor envíe
la lluvia sobre la tierra"».

Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.

Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 

R. Alaba, alma mía, al Señor.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R. 

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R. 

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreo 9, 24-28




Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres —imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.

De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Palabra de Dios. 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 12, 38-44









En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:

—«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa».

Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo:

—«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor. 




REFLEXIÓN

“Estando Jesús sentado”. En el evangelio el estar “sentado” significa que Jesús estaba “enseñando”. Y la enseñanza de Jesús consiste en el contraste de la enseñanza de los escribas y la de la pobre viuda. Con los maestros de Israel, Jesús es muy duro: “Ellos buscan ropajes especiales, recompensas sociales, títulos de grandeza. afán por los lugares destacados, y lo que es peor: el enriquecimiento a costa de las pobres viudas. Frente a éstos está una viuda que sólo tiene dos moneditas de cobre y las entrega sin quedarse nada. ¿Quién es el verdadero maestro?  Y dice Jesús: esa pobre viuda, ella es la que nos da la auténtica lección “desde la vida”. Jesús, como Maestro, se ve reflejado en ella.

1.– La mirada de Dios se recrea en lo poco, en lo pequeño.

En la viuda de Sarepta se habla de “un poco de agua”, “un trozo de pan”, “un puñado de harina”, “un poco de aceite”, “un poco de leña”. Dios creó a Adán, el primer hombre, con “un poco de barro”. Cuando Dios quiere elegir rey para su pueblo, envía al profeta Samuel a casa de Isaí. Por allí van pasando los hijos mayores, robustos, fornidos, pero no era ninguno de ellos el elegido. Y pregunta Samuel: ¿Ya no te quedan más hijos? Sí, “el pequeño, que está cuidando el ganado”. ¡Ése es! Y sigue el texto: «La mirada de Dios no es como la del hombre. El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón” (1Sam. 16,7). Y a la hora de elegirse una madre no se va a la sabia Grecia o a la opulenta Roma, sino a Nazaret, un pueblo desconocido dentro de la desconocida Palestina. Y ahí se fija en una sencilla y pobre doncella. ¿Qué ha visto Dios en esta muchacha? “La pequeñez de su esclava” (Lc. 1,48).  Y en el evangelio de hoy se fija en “las dos monedas de una pobre viuda”.

2.- ¡Qué a gusto trabaja Dios con lo pequeño! ¡Qué cosas tan bellas y bonitas sabe hacer!

¿Qué hizo Dios con la viuda de Sarepta? ¿Acaso le compensó después con grandes bienes? No. Pero le hizo una promesa: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará”. Las riquezas de los ricos, se acaban; la fama de los poderosos, se destruye; el corazón lleno de grandezas y de vanidades, se vacía. Pero la vida de aquellos que “tienen alma de pobre” siempre está regada por la “acequia de Dios”. De ahí brota un agua subterránea y misteriosa de felicidad.  Allá en el Templo de Jerusalén, estaba “la cámara del tesoro” con 13 cajas o cepillos, a manera de embudos invertidos para que no los pudieran robar. El número 13 estaba destinado a los holocaustos., donde se quemaba toda la ofrenda. Allí depositó la viuda sus monedas. Podía haber entregado una moneda y guardar la segunda para poder comer al día siguiente. Ella, al ofrecer las dos monedas, ofrece a Dios el holocausto de su vida:  con su presente y su futuro. Se abandona en manos de Dios. Ella será modelo de fe en todos los tiempos.  La esencia de la fe consiste en “fiarse de Dios”. Como se fio Abrahán, como se fio María “La creyente”. Como se fio Pablo: “Sé muy bien de quien me he fiado” (2Tim. 1,12).

3.– Y yo, ¿Qué le puedo ofrecer a Dios? No ofrezcas “de lo que te sobra” pues estarías todavía en el A.T.  Tampoco te limites a dar cosas sin darte a ti mismo. El Samaritano, si se hubiera limitado a dejarle unas monedas a aquel que estaba medio muerto, se hubiera muerto con unas monedas, pero se hubiera muerto. Necesitaba su persona, su cabalgadura para llevarlo al posadero, su interés por hacerle un seguimiento. No te limites a dar “de lo que tienes” sino “de lo que eres”. Durante la vida has de ir desprendiéndote poco a poco de ti mismo. 

PREGUNTAS

1.- ¿Cuándo voy a aprender a dar lecciones con la vida, no sólo con las palabras?

2.– Dios creó el mundo “de la nada”. ¿Le doy a Dios mi nada, para que pueda seguir creando en mí cosas admirables?

3.– Si soy un bonito regalo de Dios, ¿sé hacer de mi vida un don para los demás?