sábado, 29 de mayo de 2021

Lecturas Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo B - 30 de mayo de 2021

 


Lecturas Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo B




Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo





 INTRODUCCIÓN:

Cuando éramos niños nos explicaban este misterio con aquella anécdota que se cuenta de San Agustín. Mientras paseaba por la playa pensando en este misterio, se le apareció un ángel, en forma de niño. Le pregunta Agustín: ¿Qué haces ahí? Le contestó: estoy tratando de trasvasar toda el agua del mar a  este pocito que yo he hecho en la arena. ¡Eso es imposible! Pues más imposible es que tú puedas entender el misterio de la Trinidad.  Me sirve ese ejemplo con tal de que ese Misterio no sea para la cabeza sino para el corazón. Es imposible comprender lo que Dios nos ama. Es un misterio, pero un misterio de amor.  Un mar inmenso de amor que nos rebasa, nos trasciende y nos inunda.


 PRIMERA LECTURA   

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40





Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?

Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17

Hermanos:

Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.

Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).

Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios.  

EVANGELIO





cruzLectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20







En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

Gran misterio. El misterio es lo que nos rebasa, nos supera, nos trasciende, está por encima de nosotros.  Pero  es  misterio de amor. Un Dios que arde en tres llamaradas de amor. Es propio de nuestra religión. Dios no es un ser solitario sino solidario. Dios es apertura, donación, diálogo, hogar, familia. Dios es éxtasis de amor. Y es el modelo de todo diálogo y de todas las relaciones humanas. Estamos hechos a imagen de Dios-Trinidad. Y nos realizamos en la vida en la medida en que sabemos imitar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

1.- Imitamos al Padre. Lo propio del Padre es dar y darse. El Padre Dios vive  como Padre dando todo y dándose del todo. Nos da todo: el cielo, el sol, la luna, las estrellas…La tierra, con sus  bellezas naturales, sus mares, sus bosques, sus montañas, el agua, el aire, la brisa. Toda la variedad de animales en el cielo, la tierra y los mares, es para nuestro provecho. Toda la creación, con toda su belleza, es un don del Padre para que la cuidemos, la conservemos y así la podamos disfrutar no sólo nosotros sino los que vengan detrás. Más aún, tanto nos amó que nos dio a su propio Hijo (Jn. 3,16). Nosotros mismos somos un precioso regalo del Padre para Jesús y después para todos. “Tuyos eran y Tú me los diste” (Jn. 17,6). Nosotros  imitamos al Padre en la medida que damos y nos damos. En el egoísmo nadie se puede realizar, ni puede ser feliz. Esas personas que nunca han hecho nada por los demás se entierran  en sí mismas y ahí se acaba la historia, una triste historia. Sin amor no hay historia humana. Las personas que han entregado sus vidas por los demás son un tesoro para la humanidad. Como madre Teresa de Calcuta.

2.- Imitamos al Hijo. Lo propio del hijo es recibir.  El Hijo de Dios ha recibido todo del Padre. No ha puesto obstáculos a lo que el Padre le ha querido dar. Debemos  saber recibir de Dios. No ponerle  pegas ni condiciones. Hay que dejarse querer por Dios. Y dar gracias por todo lo que nos da. Todo nos lo da para que lo disfrutemos… Nos bañamos en el mar…es una caricia de Dios. Paseamos a la brisa de la tarde…es regalo de Dios. Etc. Nos ha regalado nuestro cuerpo. El ojo ¿cuánto vale? Pregúntaselo a un ciego. ¿Y el oído? Pregúntaselo a un sordo. ¿Y el poder caminar? Pregúntaselo a un paralítico etc.  Y, sobre todo, Dios   se ha dado en la persona de Jesús. Como niños nos debemos dejar querer por Dios y no poner obstáculos a lo que Dios Padre nos quiere dar. Hay que saber agradecer. Otro punto importante es que también nosotros necesitamos de los demás. Nadie puede ser tan autosuficiente que diga: Yo me basto a mí mismo y no necesito de los demás.  Nos necesitamos.  Unos podemos dar unas cosas y  otros, otras. Aceptar lo que nos da Dios y lo que recibimos de los demás es imitar al Hijo.

3.- Imitamos al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el anillo que une el amor del Padre con el Hijo y el Hijo con el Padre. Pentecostés es lo contrario de Babel. Allí había confusión y nadie se entendía. En Pentecostés todos hablaban el mismo lenguaje: el lenguaje del amor. Imitamos al Espíritu Santo en la medida que somos capaces de  amarnos y unirnos. Dios ha querido que nos entendamos a través de las palabras, del diálogo, del mutuo entendimiento. Cuando queremos solucionar las cosas con guerras o violencia, cuando renunciamos a lo que es más propio nuestro, de seres racionales, nos convertimos en animales salvajes. En esta vida podemos tomar dos actitudes: la de ser puentes o la de  ser pantallas. Somos personas-puente cuando evitamos  lo que nos puede desunir, separar o romper. Si una palabra es hiriente y puede hacer daño a mi hermano, no la digo. Por otra parte,  hacemos lo posible por conectar con aquello que nos une.  Siempre podemos tener alguna afinidad, alguna afición con cualquier persona Buscamos ese punto de apoyo y, desde ahí, vamos construyendo en positivo.   Somos personas-pantalla cuando nos gritamos, nos insultamos, nos despreciamos,  y no buscamos puntos de  encuentro. Lo peor de todo no es que nos sentimos mal, que perdemos la paz etc, sino que con esa actitud estamos demostrando que el Espíritu Santo no está en nosotros. Y ¿quién soy yo sin el aliento del Espíritu?   No dudemos de una cosa muy importante: en la medida que imitamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, somos imagen de Dios y nos realizamos como personas. El tema de la Trinidad no es un tema teórico, es el que más nos interesa como personas libres, hechas para el entendimiento y el amor.

PREGUNTAS

1.– ¿Estoy imitando a Dios Padre dando y dándome a los demás? ¿Estoy convencido de que en el egoísmo no cabe la auténtica felicidad?

2.- ¿Estoy convencido de que  en esta vida necesito de los demás? ¿Estoy dispuesto a recibir con humildad lo que a mí me falta? ¿Siento necesidad de Dios?

3.- ¿Soy persona-puente o persona `pantalla?  Di, en concreto, cuando eres una cosa u otra.


domingo, 23 de mayo de 2021

Solemnidad Domingo de Pentecostés - ciclo B- 23 de mayo de 2021



Lecturas de la Solemnidad  del Domingo                    de Pentecostés Ciclo B

    

“Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”

INTRODUCCIÓN

“La misión cristiana no es una orden sino un fuego interior. Quema mucho para purificarnos. Arde fuerte, para darnos vida. Nos pone en movimiento para crear más vida…Quien se deja conducir por el Espíritu descubre que la fuente de la misión es el amor del Padre. Entonces comienza a sentir “pasión misionera” y “amor” como Jesús, ante quienes sufren el dolor, la injusticia, la ignorancia, el hambre, el sinsentido. ..Persona resucitada es la que se deja conducir por el Espíritu de Dios hacia la aventura, la sorpresa, la novedad, la vida. Persona resucitada es la que pone vida donde no hay, o la defiende donde está amenazada”.

 

 PRIMERA LECTURA   

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles: 2, 1-11



Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:

—«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua».

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:

Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todo hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios. 

Secuencia 




Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo. 

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos. 

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento. 

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero. 

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. 

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23






Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.

 

 

En el presente año B, pueden utilizarse también las siguientes lecturas:

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 16-25

Hermanos:

Andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley.

Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios.

En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26-27; 16, 12-15






En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Cuando venga el Defensor,
que os enviaré desde el Padre,
el Espíritu de la verdad, que procede del Padre,
él dará testimonio de mí;
y también vosotros daréis testimonio,
porque desde el principio estáis conmigo.

Muchas cosas me quedan por deciros,
pero no podéis cargar con ellas por ahora;
cuando venga él, el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad plena.
Pues lo que hable no será suyo:
hablará de lo que oye
y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará,
porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío.
Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Una manera nueva de estar entre los suyos. No ya desde fuera, hablándoles, animándolos, orientándolos; sino desde dentro: llenando su vida y actuando, a través de ellos, en el mundo: “recibid el Espíritu Santo”

Una bonita manera de multiplicar su presencia entre nosotros. "Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra". Estaba naciendo la Iglesia.

Y todo empezó a cambiar. El miedo -puertas cerradas- se apagó con el soplo de aquel "viento recio" que llenó la casa donde se encontraban. Aquellas "lenguas como llamaradas" fueron encendiendo sus corazones adormilados. La paz del Señor fue cambiando la tristeza en alegría, la desunión simbolizada en la torre de Babel, dio paso a la unión: "Quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua".

Y el barco de la Iglesia, con las velas hinchadas, se estaba haciendo a la mar: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".

Lo nuestro es mantener izadas las velas y el barco a punto. Lo demás -el timón que marca el rumbo y el viento que da el impulso- ya son cosas de Él, del Espíritu Santo, del Señor.

         A través de las tres lecturas del día podemos profundizar en la maravilla del Espíritu Santo. Es, ante todo, NOVEDAD.

         El Evangelio: Nos habla del “hombre nuevo”.

         La segunda lectura: Del “Nuevo Pueblo de Dios”

         Y la primera: Del Nuevo rostro de Dios.

Evangelio: “Exhaló su Espíritu y dijo; recibid al Espíritu Santo”. El soplo de Jesús sobre los apóstoles es un soplo creador. Lo mismo que Dios sopló sobre el primer hombre, ahora sopla de nuevo y crea “un hombre nuevo”. El hombre espiritual no es otra cosa que el hombre lleno del Espíritu de Dios. Después de la Resurrección, a los cristianos que creían en Jesús se les denominaba “raza nueva”, o todavía más bonito: “hombres inéditos”. Con la Resurrección de Jesús y el envío del Espíritu Santo se crea una “nueva edición de hombre”. Ya no será ese hombre desgarrado, esclavo de las pasiones, que quiere hacer el bien y no puede (Ro. 7,15). Ahora, con la fuerza del E. Santo, tendremos ese hombre coherente, en paz, que busca el bien. El Espíritu tiene una tarea: hacer de cada cristiano otro Cristo. Como en el caso de Pablo: “Ya no vivo yo. Es Cristo quien vive en mí”.

2ª lectura. Un Nuevo Pueblo de Dios.

         El Antiguo Israel ha dado paso al Nuevo Pueblo de Dios. Y lo que caracteriza a este pueblo es la unidad en la diversidad. Un solo Cuerpo con muchos miembros diferentes. En ese Cuerpo cabe la cabeza y los pies; las manos y el corazón. Mientras uno acepta la función que se le ha asignado, todo irá bien. El problema está cuando el pie quiere ser cabeza o las manos corazón. El Papa Francisco habla de clericalismo, es decir, unos miembros que ocupan el espacio que no les corresponde. Según esto, la uniformidad es lo más contrario a la Iglesia. La unidad es lo más esencial.

Esta manera de concebir la Iglesia ya estaba perfilada en el A.T. Después del diluvio aparece el Arco Iris.  Normalmente, el arco y la flecha en el Antiguo Testamento son armas de guerra, símbolo de la ira de Dios. Pero aquí, es signo de benevolencia y de Alianza.

         Suspendiendo del cielo su arco, Dios le hace saber al hombre que «no disparará más flechas», o sea, que no volverá a destruir la tierra (v 11), Cuando Dios hace este compromiso con Noé aún no había razas ni pueblos. La Alianza que Dios establece es con toda la humanidad.

«El arco iris supone romper de raíz las divisiones que hacemos los hombres por color, raza o cultura. La pluralidad del arco iris donde todos los colores se complementan pero no se anulan; donde todos juntos y no por separado, establecen la maravilla del arco de colores. El arco iris se convierte en la sonrisa de Dios que sigue esperando en el hombre y en memorial de su infinita paciencia» (Pedro Fraile).

En este día de Pentecostés hay de todas las razas y todos entienden el mismo lenguaje. Todos nos entendemos cuando hablamos el mismo lenguaje del amor.

1ª lectura El Nuevo rostro de Dios.

Esta lectura nos habla de las manifestaciones de Dios.  Vientos, ruido, tempestades. Hay que ir a I Reg. 19 en la manifestación de Dios a Elías. Le dice: “Voy a pasar”. Vino una fuerte tormenta, pero no estaba Dios en la tormenta; después un huracán, tampoco estaba en el huracán. Después un fuego destructor, pero tampoco estaba Dios en el fuego. Elías esperaba a Dios en las manifestaciones ya conocidas, ya viejas. Pero no esperaba a Dios en la novedad de una “suave brisa”.

El nuevo rostro de Dios no hay ya que buscarlo en esas expresiones de miedo, terror, o lejanía. Sí en la suave brisa. ¿Qué dice el Génesis? Dios bajaba a conversar amigablemente con nuestros primeros padres “a la brisa de la tarde”. Dios era cercano, amigo, era presencia gratificante. Y eso acabó con el pecado.  Pero la historia sigue. Y el Dios manifestado en Jesús es el de Abbá. Un padre al que no hay que temer. Un padre al que hay que amar. Con quien hay que jugar y reir y danzar. Y todo como fruto del Espíritu Santo.

 

¡Feliz Pentecostés!
¡Viva la Blanca Paloma!


 

viernes, 14 de mayo de 2021

Solemnidad de la Ascensión del Señor Ciclo B - 16 de mayo de 2021




Lecturas Solemnidad de la Ascensión del Señor Ciclo B




 "ld al mundo entero y proclamad el Evangelio"




INTRODUCCIÓN

Al evangelio original de Marcos se le añadió en algún momento un apéndice donde se recoge este mandato final de Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». El Evangelio no ha de quedar en el interior del pequeño grupo de sus discípulos. Han de salir y desplazarse para alcanzar al «mundo entero» y llevar la Buena Noticia a todas las gentes, a «toda la creación». Nadie sabe cómo será la fe cristiana en el mundo nuevo que está emergiendo, pero, difícilmente será «clonación» del pasado. El Evangelio tiene fuerza para inaugurar un cristianismo nuevo.



 PRIMERA LECTURA   

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11





En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó:

—«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo».

Ellos lo rodearon preguntándole:

—«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?».

Jesús contestó:

—«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo».

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

—«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial: Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)

R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

O bien:

R.  Aleluya

Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R. 

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R. 

Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23

Hermanos:

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.

Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Palabra de Dios.

 

O bien, en el presente año B:

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-13

Hermanos:

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.

Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres». El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo.

Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20






En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:

—«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor.





 

REFLEXIÓN

Este texto (Mc. 16,15-20) no pertenecía al evangelio original (que acabaría en 16,8), sino que se trata de un «apéndice» posterior para, a imitación de los otros dos sinópticos, y de una forma estereotipada, terminar el evangelio con el relato de la misión (como Mateo) y de la ascensión (como Lucas). Hay que agradecer a Marcos su insistencia en «la misión». Eso nos caracteriza: dedicar la vida al proyecto de Dios, el Reino, como Jesús. ¿Cómo hay que entender esta misión?

1.– Como una necesidad apremiante.

Lo esencial es “hacer discípulos”. Hombres y mujeres que, guiados por el Espíritu Santo, tomen el aire, el talante, el estilo de vida que llevó Jesús. Hubo un tiempo en que se creía con fuerza que la parusía estaba ya cerca. Y se deseaba: “Ven, Señor, Jesús”. Era la exclamación más común en sus celebraciones. Fue San Lucas el que, escribiendo los Hechos de los apóstoles, nos dice que la historia de Jesús continúa en la Iglesia. Y eso va para rato. Entonces la Iglesia se convierte en misión: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos confines del mundo (1ª Lectura).  Hay mucha tarea. Hay que cristianizar el mundo e impregnarlo del evangelio.  Y esto no se consigue quedándose como los apóstoles “plantados mirando al cielo”.  Hacen falta profetas y apóstoles “desde el vientre de la madre”. Y esta expresión no significa que nacen personas y se les da una misión; sino porque hay una misión nacen estas personas. La misión es la razón de su vivir. Por eso podía decir el Apóstol Pablo: ¡Hay de mí si no evangelizo! (1Cor. 9,16). El apóstol descubre que si no evangeliza pierde el sentido de su vida. 

2.– La misión está estrechamente unida a la Pascua.

Antes de la experiencia pascual, los apóstoles estaban en el cenáculo, tristes, llenos de miedo, y con las puertas bien cerradas. Esto significa: a) Objetivamente, que no tenían perspectiva, no tenían horizonte, su fe estaba “vacía de contenido”. Y b) Subjetivamente, estaban desmoralizados, abatidos por el miedo. ¿Se puede evangelizar así? Cuando no tenemos una experiencia viva de Jesús Resucitado, ¿Tenemos derecho a predicar, a catequizar? San Pablo decía: «Creí y por eso hablé” (2Cor. 4,13) Sabemos por el contexto que aquello que ha creído es que Cristo ha resucitado y se le ha aparecido.  Cuando tanto nos cuesta aceptar: “Una Iglesia en salida” ¿No será que no estamos en condiciones de salir? Lo que tenemos que predicar es que Jesús Resucitado ha llevado la historia a la plenitud. Lo que con fuerza debemos anunciar con nuestra vida es que con Jesús vivo y resucitado dentro de mí, mi vida ha cambiado: Estoy alegre, no me hundo ante nada ni ante nadie, tengo unas ganas enormes de contar mi vida a otros y gritarles: ¡Es verdad! Cristo ha resucitado y yo soy testigo de todo eso. Yo respeto tu vida, pero ¿Te vas a perder esta experiencia maravillosa que yo estoy viviendo?  ¿Por qué no pruebas? Dios te está llamando.

3.– El Cristo que se va, no huye del mundo; se queda siempre con nosotros (Mt. 28, 20).

Son bellas las palabras del Papa Benedicto: “La ascensión no quiere decir que el Señor se ha ido a un lugar alejado de los hombres y del mundo. No es un viaje en el espacio hacia los astros más remotos. Significa que Él pertenece ya totalmente a Dios. Él, el Hijo eterno, ha conducido nuestro ser humano a la presencia de Dios. Su humanidad (y en ella estamos también nosotros) ha entrado en la vida trinitaria. Todo lo humano (la creación, el trabajo, el cariño), en Cristo Resucitado, llega a su destino definitivo. Y termina el Papa Benedicto:” Nosotros podemos alejarnos interiormente de Él, podemos vivir dándole la espalda, pero Él nos espera siempre y está siempre cerca de nosotros”. Por eso tenemos que mirar al cielo como la “exaltación de la humanidad”. Esta nuestra vida frágil, maltrecha, vulnerable, ha llegado a plenitud. Este Cristo ya Resucitado y ascendido a los cielos, tira de nosotros, nos anima y nos seduce.

PREGUNTAS

1.– La misión nace del encuentro con el Resucitado. ¿Busco una experiencia fuerte con Jesús, para poder anunciarle?

2.- ¿Me da gozo el pensar que todo lo que vivo aquí en este mundo (amistad, familia, trabajo, solidaridad) lo voy a encontrar allá en plenitud?


domingo, 9 de mayo de 2021

VI Domingo de Pascua Ciclo B - 9 de mayo de 2021

 



Lecturas VI Domingo de Pascua Ciclo B

    Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

INTRODUCCIÓN

El amor no es un atributo de Dios sino Dios mismo. Dios es amor (1Jn. 4,8). El poder, la sabiduría, la justicia, están al servicio del amor. Cuando en el cristianismo nos salimos de esta esfera del amor y buscamos otros caminos, al margen del amor, lo que hacemos es fabricarnos ídolos.  Si Dios es amor y nosotros estamos hechos a “imagen y semejanza de Dios”, cuando vivimos en el amor nos realizamos plenamente como personas; y cuando no vivimos en el amor nos vamos destruyendo poco a poco.

 PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo:

—«Levántate, que soy un hombre como tú».

Pedro tomó la palabra y dijo:

—«Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea».

Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras.

Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.

Pedro añadió:

—«¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?».

Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4 (R.: cf. 2b)

R. El Señor revela a las naciones su salvación.

O bien:

R.  Aleluya.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R. 

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y si fidelidad
en favor de la casa de Israel. R. 

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-10

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.

Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Palabra de Dios.

EVANGELIO:

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

INTRODUCCIÓN

El amor no es un atributo de Dios sino Dios mismo. Dios es amor (1Jn. 4,8). El poder, la sabiduría, la justicia, están al servicio del amor. Cuando en el cristianismo nos salimos de esta esfera del amor y buscamos otros caminos, al margen del amor, lo que hacemos es fabricarnos ídolos.  Si Dios es amor y nosotros estamos hechos a “imagen y semejanza de Dios”, cuando vivimos en el amor nos realizamos plenamente como personas; y cuando no vivimos en el amor nos vamos destruyendo poco a poco.

cruzLectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

          



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN:

El tema de este Domingo no es uno más, un tema de un Domingo ordinario. Es el verdadero tema de los cristianos. El problema actual no está en el materialismo que nos invade, el enfriamiento en el terreno religioso, o el secularismo que deja nuestras Iglesias vacías. El escándalo de la Iglesia está en aquello que el Papa San Juan XXIII advertía: «A dos mil años de distancia, el mandamiento nuevo de Jesús sobre el amor, lo tenemos los cristianos todavía sin estrenar”.  ¿Cómo es el mandamiento nuevo de Jesús? Lo vamos a descubrir en los textos de este Domingo.

1.- “Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”.

La esencia de nuestra religión cristiana no consiste en que es una religión de amor. Lo esencial es que nos tenemos que amar “como Jesús nos ha amado”. “Como el Padre me ha amado a mí así os he amado yo”. Estamos llamados a amarnos con el mismo amor que el Padre ha amado a Jesús. No se trata de darnos un mero amor humano, se trata de recibir un amor que viene del Padre. Este amor ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Ro.5,5). Es lo que expresa la primera lectura de hoy cuando nos dice: «Cayó el Espíritu Santo sobre aquellos que escuchaban su Palabra”. Constantemente se nos dice que hay que pasar “de una Iglesia de cristiandad a una Iglesia comunitaria”.  Que las pequeñas comunidades son el futuro de la Iglesia. Esto es verdad. Pero hay que preguntar: ¿No jugamos los cristianos muchas veces a hacer comunidades? ¿Pensamos que esta tarea la podemos hacer nosotros con nuestras propias fuerzas? Sólo podemos hablar de grupos de Jesús si vivimos el amor tal y como Él lo vivió. Por eso nos advierte la segunda lectura: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero”. Ser cristiano no consiste sólo en amar sino en dejarse amar por Dios, experimentar el amor que Dios nos tiene.

2.- Esto os mando.

Jesús, en otras cosas, aconseja. Y de hecho hablamos de “consejos evangélicos”. Pero cuando se trata del amor, no aconseja, sino que manda. En griego tiene más fuerza: “ésta es vuestra obligación” (entolé). Nos preguntamos: ¿Cómo se puede obligar el amor? Nosotros no tenemos obligación de ser cristianos. Nos podemos borrar del libro de bautismos cuando queramos. Pero, si aceptamos ser cristianos, ya no somos libres para el amor. Lo dice muy bien San Juan: “El que no ama, está muerto” (1Jn. 3,14). No es posible encontrar a un cristiano sin amor, como no es posible encontrar a una persona viva sin pulso. El amor es el soplo, la respiración, la vida del cristiano. Lo decía muy bien San Agustín a los cristianos que iban a la Misa: “Todos vosotros habéis hecho la señal de la cruz, habéis escuchado la palabra de Dios, habéis comulgado, habéis cantado aleluya; pero si no os amáis, no sois cristianos”. 

3.- Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud.

Jesús quiere que vivamos alegres, que seamos plenamente felices. Por eso, el que nos da su amor, nos da también su gozo. No quiere que seamos felices al estilo humano. No se trata de placer sino de felicidad. Ahora bien, si por definición, “el gozo es la posesión del amor”, sin amor no podemos ser felices y sin el amor de Jesús, no podemos disfrutar de la felicidad de Jesús, la que realiza plenamente a las personas. Si Jesús es exigente en el amor es porque no se conforma con que seamos felices a medias sino del todo. Y esta felicidad comienza ya en esta vida, pero no acaba aquí, sino que nos acompañará para siempre. “Quiero que donde yo estoy estéis también vosotros” (Jn.14,3). El que quiere que vivamos de su amor, quiere que participemos de su propio cielo, de su propia felicidad.            

PREGUNTAS

1.- ¿Tengo experiencia de haber amado con un amor gratuito, desinteresado, siendo feliz viendo feliz al otro?

2.- ¿He caído en la cuenta de la grandeza, belleza y también exigencia del ser cristiano? Todo esto, ¿A qué me compromete?