sábado, 26 de junio de 2021

XIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - 27 de Junio de 2021

 


Lecturas XIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

  

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24







Dios no hizo la muerte
ni goza destruyendo los vivientes.

Todo lo creó para que subsistiera;
las criaturas del mundo son saludables:

no hay en ellas veneno de muerte,
ni el abismo impera en la tierra.
Porque la justicia es inmortal.

Dios creó al hombre para la inmortalidad
y lo hizo a imagen de su propio ser;

pero la muerte entró en el mundo
por la envidia del diablo;

y los de su partido pasarán por ella.

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b 

R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R. 

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R. 

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.  

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 8, 7. 9. 13-15



Hermanos:

Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad.

Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.

Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad.

Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».

Palabra de Dios. 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21-43





En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

—«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría.

Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando:

—«¿Quién me ha tocado el manto?».

Los discípulos le contestaron:

—«Ves como te apretuja la gente y preguntas "¿Quién me ha tocado?"».

Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo:

—«Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud».

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

—«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

—«No temas; basta que tengas fe».

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:

—«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y dijo:

—«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

 Palabra del Señor. 


REFLEXIÓN:

No olvidemos que el episodio anterior ha terminado en el mar. “símbolo del mal”. Jesús viene a destruir el mal del mundo. Y las lecturas de este domingo nos van a hablar de Jesús curando a la Hemorroísa, es decir, restaurando la vida, más aún, resucitando a una niña, es decir, arrancándola de las garras de la muerte.

1.– JESUS, EL AMIGO DE LA VIDA. En la primera lectura, el libro de la Sabiduría nos habla de Dios, Creador de la vida, amigo de la vida y enemigo de la muerte. Jesús ha venido a este mundo “para que tengamos vida y la tengamos en abundancia” (Juan, 10,10). Jesús quiere que el Proyecto de Dios siga adelante. Nosotros, los mortales, es decir, los que inexorablemente estamos condenados a la muerte, sólo podemos conjugar el verbo tener, que indica relatividad. Por eso decimos: yo tengo salud, sí, pero relativamente, ya que mañana puedo enfermar. Tengo “vida” pero relativamente, ya que mañana puedo morir. El único que conjuga el verbo ser, que indica plenitud, es Jesús. Por eso Jesús dice: YO SOY LA RESURRECCION Y LA VIDA. De esa abundancia de vida, de esa plenitud, Cristo nos quiere dar.

2.– JESÚS RESTAURADOR DE LA VIDA. Jesús se encuentra con una mujer que lleva ya doce años “perdiendo sangre”, es decir, “perdiendo vida” (Lev. 17,11). Esa mujer era símbolo de una frustración vital. Jesús no está de acuerdo en que se malogre la vida.  La mujer tiene fe en Jesús y sabe que sólo Él la pueda sanar. Pero ella sabe que es impura y no puede acercarse a nadie para ano contagiarle (Lev. 15,19).  Por eso camina temblorosa y a Jesús sólo quiere tocarle la orla del vestido. Es curioso que, mientras la gente está físicamente apretujando a Jesús sin pasarles nada, esta mujer, con sólo rozarle el manto con fe, ha sido curada. Muchas veces estrechamos a Jesús, le comemos, y no pasa nada en nuestra vida. Habrá que dar el paso a la fe. Llama la atención que Jesús, después de los milagros, incluso después de la Resurrección de la niña, mande silencio. Y aquí hace alarde de publicidad: ¿Quién me ha tocado? A Jesús le interesa que la gente se entere que quiere liberar a esta mujer (y a todas del mundo) del tabú de la sangre. Tener flujos de sangre no es ninguna culpa ni se contagia nadie por eso. El pecado está en el corazón de las personas.

3.– JESUS VENCEDOR DE LA MUERTE. Jesús, pudo haber llegado a curar a la niña antes de morir. Pero dejó que muriera para desdramatizar la muerte. La muerte ya no es lo irreparable, lo irremediable, lo definitivo. Hay Alguien que tiene poder sobre la muerte y es Jesús. Notemos que Jesús se acerca y toma a la niña de la mano. También estaba prohibido por la ley tocar un cadáver pues el que lo hacía quedaba impuro y contaminaba a los demás. Jesús libera también de ese otro tabú. Notemos que el verbo que usa “levantar” es el mismo que se usa para hablar de la Resurrección de Jesús. Jesús no nos levanta de una muerte para volver de nuevo a morir. Jesús nos levanta de la muerte para alzarnos a la misma VIDA DE DIOS, para vivir siempre con Él.  No nos extrañe que aquí “pida silencio” después del milagro. No quiere que la gente se quede en ese milagro, sino en el gran Milagro de la Resurrección.  Aquí se acabará el llamado “secreto mesiánico”.

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy convencido de que Dios quiere que disfrutemos de la vida, que la vivamos con plenitud?

2.- ¿Me encanta ese Cristo, liberador de “tabúes”, de “miedos”, “de tristezas”? ¿Me apunto a la tarea de evitar sufrimientos?

3.- ¿Tengo fe en mi propia Resurrección? ¿Le considero a Jesús capaz de hacerme feliz sólo a medias? ¿Capaz de ser Él feliz sin nosotros?

domingo, 20 de junio de 2021

XII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - 20 de Junio de 2021

 




Lecturas XII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B





"JESUS TRANSFORMA LA 
TEMPESTAD EN CALMA INFINITA"


 


PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro de Job 38, 1. 8-11




El Señor habló a Job desde la tormenta:

—«¿Quién cerró el mar con una puerta,
cuando salía impetuoso del seno materno,

cuando puse nubes por mantillas
y nieblas por pañales,

cuando le impuse un límite
con puertas y cerrojos,

y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás;
aquí se romperá la arrogancia de tus olas"?».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 106, 23-24. 25-26. 28-29. 30-31

R. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

O bien:

R. Aleluya

Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano. R.

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al abismo,
el estómago revuelto por el mareo. R.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar. R.

Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-17

Hermanos:

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.

Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Por tanto, no valoramos a nadie según la carne.

Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.

El que es de Cristo es una criatura nueva.

Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-40


                        


Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Vamos a la otra orilla».

Dejando a la gente, se lo llevaron en la barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:

—«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:

—«¡Silencio, cállate!».

El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:

—«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?».

Se quedaron espantados y se decían unos a otros:

—«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».

Palabra del Señor. 


REFLEXIÓN

S.S el Papa Francisco, el 27 de marzo del 2020, y ante una plaza de San Pedro totalmente vacía, nos regaló una preciosa homilía aludiendo al texto que hoy nos ocupa de la tempestad calmada. De ahí sacamos unas sabias y ricas enseñanzas. Constatamos tres sensaciones.

1.- Sensación de miedo. “Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades. Se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos”. Esta sensación de miedo y angustia se ha hecho  más patente en tantas familias que perdieron a sus seres queridos sin poder acompañarles en esos momentos decisivos. Nos dimos cuenta de que hay algo peor que la misma muerte: morir en soledad. Morir sin tener una mano cercana de un familiar o un amigo a quien agarrarse. Sólo entonces caímos en la cuenta de la importancia de la fe. Dios nuestro Padre no abandonó a su propio Hijo clavado en la Cruz. Llorando y gritando  en medio de terribles dolores, fue escuchado. Y el Padre lo resucitó.  Aquella escena evangélica de Jesús “cogiendo la mano de una niña muerta, levantándola y entregándola a sus padres” (Lc. 8,53) se está repitiendo. Es el propio Jesús el que alarga a cada moribundo “su mano invisible” para que, agarrándose a ella, poder entregarlo al Padre–Dios. 

2.- Sensación de vulnerabilidad. Confiábamos en nuestros recursos, nuestra ciencia, nuestra tecnología y pronto caímos en la cuenta de que todo eso no nos servía. Era suficiente un “virus invisible” para dejarnos a todos como a nuestros primeros padres después del primer  pecado: “totalmente desnudos”. El Papa Francisco lo expresaba de esta manera“Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar”. Pero fue una bonita ocasión para despertar en nosotros lo más hermoso que tenemos: la fraternidad, la solidaridad. “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.

3.- Sensación de que no todo está perdido. “El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar”. Pronto hemos caído en la cuenta de que lo importante en la vida no es tener, acumular, vivir sólo para nosotros mismos, sino abrirnos a los demás y encontrar el sentido de la vida en la entrega desinteresada a los demás. Tantos gestos heroicos de médicos, enfermeros, voluntarios, trasportistas, gente de buena voluntad, es decir, lo mejor de la sociedad, estaban ahí, aunque no los conocíamos. Jesús decía:” Si el grano de trigo no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn. 12,24). Esos granos que ya han caído en tierra y han muerto, son la mejor semilla de una nueva sociedad.

viernes, 11 de junio de 2021

XI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - 13 de Junio de 2021

 




Lecturas XI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B



San Antonio de Padua: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado y San Antonio de Padua, nos traigan esperanza, nos fortalezcan la fe, nos llenen de amor y unidad, y nos concedan su paz. Amén

PRIMERA LECTURA  

Lectura de la profecía de Ezequiel 17, 22-24









Así dice el Señor Dios:
—«Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré.

De sus ramas más altas arrancaré una tierna
y la plantaré en la cima de un monte elevado;

la plantaré en la montaña más alta de Israel,
para que eche brotes y dé fruto y
se hagas un cedro noble.

Anidarán en él aves de toda pluma,
anidarán al abrigo de sus ramas.

Y todos los árboles silvestres sabrán
que yo soy el Señor,

que humilla los árboles altos
y ensalza los árboles humildes,

que seca los árboles lozanos
y hace florecer los árboles secos.

Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré».

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 91, 2-3. 13-14. 15-16

R. Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad. R. 

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano;
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios. R. 

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad. R.  

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 6-10





Hermanos:

Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.

Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor.

Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle.

Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo.

Palabra de Dios. 

 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 4, 26-34






En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

—«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra.

Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también:

—«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor. 


REFLEXIÓN

Dos parábolas de Marcos que son dos joyas. La primera nos habla de la “gratuidad” y la segunda de la “importancia de lo “pequeño”. Dios es puro don, y no se puede comprar con nada. Por otra parte, a Dios le tira “lo pequeño, lo que no cuenta, lo humilde, lo sencillo”. También Dios tiene derecho a tener sus caprichos.   

1.- SEMILLA QUE CRECE SOLA

Dios, al crear la tierra, nos puso a los hombres y mujeres de este mundo dos tareas: la primera fue la de cultivarla, trabajarla, transformarla. Y ésta la hemos cumplido y la estamos cumpliendo, aunque con limitaciones.  Pero la otra fue la de “contemplarla”. Y esto lo hemos hecho muy mal. El Señor nos invita a contemplar: “Mirad los lirios cómo crecen en primavera”. No trabajan…, no hilan… y, sin embargo, Dios los viste de preciosos colores (Mt. 6,28). En la parábola de la semilla “que crece sola”, el Señor nos pide que contemplemos la maravilla de lo que Dios hace en soledad, en silencio, sin la presencia del hombre, incluso cuando éste está dormido. Primero echa tallos, luego la espiga, después el grano. ¡Qué trabajo tan bonito hace Dios en lo escondido! Y si eso hace Dios en la tierra con las plantas, ¿qué maravillas hará Dios con sus hijos, en el corazón de cada persona? Si no miramos, si no contemplamos, la vida se nos llena de rutina o de hastío. Allá donde no hay capacidad de “contemplar”, no hay capacidad de sorpresas. Qué bella la frase de este evangelio: “sin saber cómo”. Lo decía muy bien la madre de los Macabeos: “Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, no fui yo quien os regaló la vida” (2Mac. 7,22). Una madre, sin saber nada de biología ni anatomía, en nueves meses y sin dejar su trabajo ordinario, hace un mundo de maravillas: la maravilla del ojo, del oído, del corazón, del cerebro. En el salmo 139 aparece Dios como un “divino tejedor bordando nuestros tejidos en el misterio de la maternidad”. Y cada uno de nosotros tenemos experiencias en nuestra vida de haber solucionado asuntos que nos parecían imposibles de resolver “sin saber cómo”. “En los hechos irrelevantes, en la simplicidad y normalidad de cada día, se esconde el germen del reino de Dios. Descuidando lo cotidiano, se corre el riesgo de perder la cita con lo eterno” (Casa de la Biblia).

2.– EL GRANO DE MOSTAZA

Aquí el evangelista no se fija tanto en la semilla, sino en la “pequeñez de la semilla”. Después se hace una gran hortaliza.  Esta parábola de Jesús está en contraposición a lo que nos dice el profeta Ezequiel en el capítulo 17, y que la liturgia, con acierto, ha puesto como primera lectura. La visión del profeta respecto del pueblo de Dios es a lo grande: Ha escogido un “esqueje” de la cima del alto cedro y la plantará en una montaña alta. Se convertirá en alto cedro. Lo que domina es el adjetivo “alto”. En la parábola de Jesús todo es pequeño. La semilla no la escoge del viejo tronco de Israel. Será una semilla pequeña, pero ¡eso sí! con fuerza interior para crecer y hacerse gran hortaliza, pero nunca un árbol. En esta parábola Dios se recrea en lo pequeño. Y sólo desde la humildad se puede crecer. A la hora de elegir Dios una madre no se fue ni a la sabia Grecia ni a la opulenta Roma, sino a Nazaret, un pueblecito desconocido. Y allí escoge a una muchacha humilde, a quien Dios va a mirar con mucho cariño. Si algo grande ha ocurrido en este mundo ha sido esa mirada de Dios sobre María. Y ¿qué ha mirado Dios en ella? Lo dice María: “La pequeñez de su esclava”. ¡Qué bien y que a gusto trabaja Dios con lo pequeño! Y qué mal con los sabios y entendidos de este mundo (Mt. 11,25). Los ojos de Dios se van detrás de lo pequeño. Y, como dice San Juan de la Cruz, el mirar de Dios es amar. Hay dos maneras de ir a Dios: Por las buenas o por las malas. Ir por las malas es ir en plan de exigencia, como el fariseo de la parábola.  Ir por las buenas es ir en plan de indigencia, como el publicano.  No es cuestión de “puños cerrados” sino de “manos abiertas”

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy convencido de que sólo sintiéndome un regalo de Dios puedo yo convertirme en don para los demás?

2.- ¿Me siento a gusto con la gente sencilla y humilde? ¿Me encanta trabajar con ellos y aprender de ellos?


domingo, 6 de junio de 2021

Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo B - 6 de junio de 2021

 



Lecturas Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo B

   


                                                 “Tomad, esto es mi cuerpo”


INTRODUCCIÓN

Nadie como Santo Tomás ha sabido resumir en una preciosa oración todo el significado de la Eucaristía: “Oh Sagrado Banquete en el que se recuerda el memorial de la Pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida futura”. Santo Tomás comienza así: ¡OH SAGRADO BANQUETE! El Santo, al tratar este tema, no sale de su admiración.  Es lo que también asombraba a P. Caudel cuando decía “ESA ENORMIDAD”. Los mismos padres conciliares cuando abordan este tema, en el Concilio Vaticano II, parece que lo hacen de rodillas: “Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche en que lo traicionaban, instituyó el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, por el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el Sacrificio de la Cruz, y a confiar así a su Iglesia el Memorial de su Muerte y Resurrección: Sacramento de Piedad, Signo de Unidad, Vínculo de Caridad” 



 PRIMERA LECTURA   

Lectura del libro del Éxodo 24, 3-8







En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una:

—«Haremos todo lo que dice el Señor».

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:

—«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos».

Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:

—«Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos».

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial: Salmo 115,12-13. 15 y 16bc. 17-18 (R.:13)

R. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

O bien:

R. Aleluya.

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11-15

Hermanos:

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.

No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.

Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Palabra de Dios. 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26








El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:

—«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».

Él envió a dos discípulos, diciéndoles:

—«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?".

Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena».

Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:

—«Tomad, esto es mi cuerpo».

Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.

Y les dijo:

—«Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

1.– SE RECUERDA EL MEMORIAL DE LA PASIÓN.

El memorial no es una mera evocación del pasado, sino la reproducción de su fuerza y eficacia. El pasado irrumpe en el presente fermentándolo con su fuerza salvífica. No se trata de repetir un gesto sino de revivir su significado. Los judíos, siempre que recordaban los acontecimientos del pasado, trataban de actualizarlos. Así, cuando Josué pasa el rio Jordán, Dios manda que elija unas piedras del río y que construya un altar que sirva de memorial. En la CENA PASCUAL, se colocan los alimentos: cordero, panes ázimos, hierbas amargas, salsa roja. Y comienza la gran Catequesis. Un niño pregunta al rabino más anciano: ¿Qué significa esto? ¿Por qué esta noche es tan distinta de todas las noches? Y el rabino contesta: Pascua significa “paso” y así recordamos que Dios pasó de largo ante las casas de nuestros padres y así se libraron del ángel exterminador. Comemos estas “lechugas amargas” porque los egipcios amargaron la vida de nuestros padres en Egipto. Comemos los “panes ázimos” porque Dios no dio tiempo a que fermentara la malicia del Faraón. Y la “salsa roja” nos recuerda el color de los ladrillos, símbolo de opresión de nuestros padres bajo el dominio del Faraón.  Se evoca la historia, se revive, se actualiza por medio de signos y gestos. El MEMORIAL ES UN HOY. Es muy importante lo que dice la MISHNÁ. “En cada generación cada hombre debe considerarse como si hubiera salido personalmente de Egipto. Jesús celebró la Eucaristía en este contexto judío. Cuando dice: “Haced esto en memoria mía” (Lc. 22,19) no quiere decir simplemente que nos acordemos de lo que Él ha hecho por nosotros, sino que lo actualicemos, lo hagamos presente y vivamos los mismos sentimientos que tenía Jesús en aquella noche.  No se nos entrega un simple pan, sino un PAN PARTIDO, un pan que se rompe por los demás.

2.– EL ALMA SE LLENA DE GRACIA.

Es verdad que la gracia se nos da por los sacramentos, pero en la Eucaristía se nos da al autor de la gracia. Por eso, en toda Eucaristía, bien celebrada, debemos llenarnos de su gracia. La Samaritana iba todos los días al pozo a buscar agua porque todos los días el cántaro se le quedaba vacío. Hasta que se encontró con Jesús que le dio “agua de manantial” y ya no tuvo necesidad de buscar aquella agua de antes. María, la madre de Jesús, ya tenía un nombre. Pero el ángel se lo cambia. Ya no se llamará María sino “La llena de gracia”. (Lc. 1,28).  Lo que define la vida de María es el “estar llena de Dios”. Rezuma a Dios por todos los poros de su ser. Cuando María, después de la Resurrección, asistía a las celebraciones litúrgicas de los primeros cristianos y recibía la comunión “actualizaba” el misterio de la Encarnación. No es posible que, comulgando tantas veces, estemos tan vacíos por dentro, tan huecos. No es posible comulgar y llevar una vida tan tibia, tan mediocre, tan vulgar.  Este mundo nuestro tan alejado de Dios, sólo lo salvarán los que, como María, están llenos del Espíritu de Dios. 

3.– Y SE NOS DA UNA PRENDA DE LA VIDA FUTURA.

El que se sienta en esta mesa de la Eucaristía tiene pasaporte para la vida eterna.  No tenían esa suerte los judíos que se alimentaban del “maná”. Todos morían. Pero “el que come de este pan vivirá para siempre” (Jn. 6,58). Todavía hay algo más. La prenda ya es parte de la herencia. El cielo comienza ya en la tierra cuando nos alimentamos de la Eucaristía. Por eso en la Constitución de Liturgia del Concilio Vaticano II se nos dicen estas bellas palabras: “En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte de aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén” (S.C. nº 8). Nuestras Eucaristías deben tener “sabor a cielo”. ¿Qué nos está pasando que la gente se nos va por aburrimiento? ¿Qué estamos haciendo mal?  ¿Por qué no volver al amor primero, al gozo y al entusiasmo de nuestros primeros cristianos?

PREGUNTAS

1.- ¿Somos conscientes del regalo que Jesús nos dejó en la Eucaristía? ¿Sabemos lo que llevamos entre manos? ¿En qué voy a cambiar hoy?

2.– Tomo entre mis manos el cántaro de mi vida. ¿A qué suena? ¿A lleno? ¿A vacío?

¿A qué me compromete este día del CORPUS?  ¿A qué me compromete este día la Caridad?