Francisco,bajo
la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva
regla, ya que ciertos opositores a la entonces vigente consideraban que le
faltaba consistencia y definición, y que eso le impedía obtener una definitiva
aprobación del Papado. Nuevamente aceptó las exigencias. Para ello se retiró
dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, a redactar una
definitiva regla bajo ayuno y oración.43 El 29 de noviembre de 1223, con otra
participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su forma definitiva44 y fue
aprobada por el Papa Honorio III.Terminada la labor de aprobación de la regla
definitiva, Francisco decidió retornar a Umbría. Debido a la cercanía de la
Navidad, a la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera
particular ese año de 1223; para ello convidó a un noble de la ciudad deGreccio, de nombre Juan, a festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma
rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno de su propiedad.Pretendió
que la celebración se asemejara lo más posible a la natividad de Jesús, y montó
un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores
acudieron a la misa en procesión.Todo se celebró como estaba previsto: la noche de
Navidad, la gente del castillo se dirigió al lugar donde
vivían los frailes, con cantando y con antorchas y en
medio del bosque. En una gruta prepararon un altar sobre
un pesebre, junto al cual habían colocado una mula y un
buey. Aquella noche, como escribió Tomás de Celano, se
rindió honor a la sencillez, se exaltó la pobreza, se
alabó la humildad y Greccio se convirtió en una nueva
Belén.
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