sábado, 29 de mayo de 2021

Lecturas Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo B - 30 de mayo de 2021

 


Lecturas Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo B




Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo





 INTRODUCCIÓN:

Cuando éramos niños nos explicaban este misterio con aquella anécdota que se cuenta de San Agustín. Mientras paseaba por la playa pensando en este misterio, se le apareció un ángel, en forma de niño. Le pregunta Agustín: ¿Qué haces ahí? Le contestó: estoy tratando de trasvasar toda el agua del mar a  este pocito que yo he hecho en la arena. ¡Eso es imposible! Pues más imposible es que tú puedas entender el misterio de la Trinidad.  Me sirve ese ejemplo con tal de que ese Misterio no sea para la cabeza sino para el corazón. Es imposible comprender lo que Dios nos ama. Es un misterio, pero un misterio de amor.  Un mar inmenso de amor que nos rebasa, nos trasciende y nos inunda.


 PRIMERA LECTURA   

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40





Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?

Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17

Hermanos:

Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.

Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).

Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios.  

EVANGELIO





cruzLectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20







En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

Gran misterio. El misterio es lo que nos rebasa, nos supera, nos trasciende, está por encima de nosotros.  Pero  es  misterio de amor. Un Dios que arde en tres llamaradas de amor. Es propio de nuestra religión. Dios no es un ser solitario sino solidario. Dios es apertura, donación, diálogo, hogar, familia. Dios es éxtasis de amor. Y es el modelo de todo diálogo y de todas las relaciones humanas. Estamos hechos a imagen de Dios-Trinidad. Y nos realizamos en la vida en la medida en que sabemos imitar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

1.- Imitamos al Padre. Lo propio del Padre es dar y darse. El Padre Dios vive  como Padre dando todo y dándose del todo. Nos da todo: el cielo, el sol, la luna, las estrellas…La tierra, con sus  bellezas naturales, sus mares, sus bosques, sus montañas, el agua, el aire, la brisa. Toda la variedad de animales en el cielo, la tierra y los mares, es para nuestro provecho. Toda la creación, con toda su belleza, es un don del Padre para que la cuidemos, la conservemos y así la podamos disfrutar no sólo nosotros sino los que vengan detrás. Más aún, tanto nos amó que nos dio a su propio Hijo (Jn. 3,16). Nosotros mismos somos un precioso regalo del Padre para Jesús y después para todos. “Tuyos eran y Tú me los diste” (Jn. 17,6). Nosotros  imitamos al Padre en la medida que damos y nos damos. En el egoísmo nadie se puede realizar, ni puede ser feliz. Esas personas que nunca han hecho nada por los demás se entierran  en sí mismas y ahí se acaba la historia, una triste historia. Sin amor no hay historia humana. Las personas que han entregado sus vidas por los demás son un tesoro para la humanidad. Como madre Teresa de Calcuta.

2.- Imitamos al Hijo. Lo propio del hijo es recibir.  El Hijo de Dios ha recibido todo del Padre. No ha puesto obstáculos a lo que el Padre le ha querido dar. Debemos  saber recibir de Dios. No ponerle  pegas ni condiciones. Hay que dejarse querer por Dios. Y dar gracias por todo lo que nos da. Todo nos lo da para que lo disfrutemos… Nos bañamos en el mar…es una caricia de Dios. Paseamos a la brisa de la tarde…es regalo de Dios. Etc. Nos ha regalado nuestro cuerpo. El ojo ¿cuánto vale? Pregúntaselo a un ciego. ¿Y el oído? Pregúntaselo a un sordo. ¿Y el poder caminar? Pregúntaselo a un paralítico etc.  Y, sobre todo, Dios   se ha dado en la persona de Jesús. Como niños nos debemos dejar querer por Dios y no poner obstáculos a lo que Dios Padre nos quiere dar. Hay que saber agradecer. Otro punto importante es que también nosotros necesitamos de los demás. Nadie puede ser tan autosuficiente que diga: Yo me basto a mí mismo y no necesito de los demás.  Nos necesitamos.  Unos podemos dar unas cosas y  otros, otras. Aceptar lo que nos da Dios y lo que recibimos de los demás es imitar al Hijo.

3.- Imitamos al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el anillo que une el amor del Padre con el Hijo y el Hijo con el Padre. Pentecostés es lo contrario de Babel. Allí había confusión y nadie se entendía. En Pentecostés todos hablaban el mismo lenguaje: el lenguaje del amor. Imitamos al Espíritu Santo en la medida que somos capaces de  amarnos y unirnos. Dios ha querido que nos entendamos a través de las palabras, del diálogo, del mutuo entendimiento. Cuando queremos solucionar las cosas con guerras o violencia, cuando renunciamos a lo que es más propio nuestro, de seres racionales, nos convertimos en animales salvajes. En esta vida podemos tomar dos actitudes: la de ser puentes o la de  ser pantallas. Somos personas-puente cuando evitamos  lo que nos puede desunir, separar o romper. Si una palabra es hiriente y puede hacer daño a mi hermano, no la digo. Por otra parte,  hacemos lo posible por conectar con aquello que nos une.  Siempre podemos tener alguna afinidad, alguna afición con cualquier persona Buscamos ese punto de apoyo y, desde ahí, vamos construyendo en positivo.   Somos personas-pantalla cuando nos gritamos, nos insultamos, nos despreciamos,  y no buscamos puntos de  encuentro. Lo peor de todo no es que nos sentimos mal, que perdemos la paz etc, sino que con esa actitud estamos demostrando que el Espíritu Santo no está en nosotros. Y ¿quién soy yo sin el aliento del Espíritu?   No dudemos de una cosa muy importante: en la medida que imitamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, somos imagen de Dios y nos realizamos como personas. El tema de la Trinidad no es un tema teórico, es el que más nos interesa como personas libres, hechas para el entendimiento y el amor.

PREGUNTAS

1.– ¿Estoy imitando a Dios Padre dando y dándome a los demás? ¿Estoy convencido de que en el egoísmo no cabe la auténtica felicidad?

2.- ¿Estoy convencido de que  en esta vida necesito de los demás? ¿Estoy dispuesto a recibir con humildad lo que a mí me falta? ¿Siento necesidad de Dios?

3.- ¿Soy persona-puente o persona `pantalla?  Di, en concreto, cuando eres una cosa u otra.


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