viernes, 3 de octubre de 2025

Mensaje-Felicitación con Motivo de la Fiesta de San Francisco de Asís de Fr. Miguel Angel Lavilla

 


La cortesía: rostro del corazón

Estimados feligreses y a todas personas que leáis estas líneas: Paz y Bien.

Feliz fiesta de San Francisco, que él interceda por todos nosotros, por nuestras familias y comunidades, para que Dios derrame sobre nosotros sus bendiciones y satisfaga todos nuestros anhelos.

San Francisco de Asís se distingue por numerosas virtudes, con las que fue adornado por Dios. Se muestra pobre, obediente, humilde, paciente, manso, sencillo, cortés y por otras virtudes, que lo convierten en alguien único: en un hombre nuevo. Entre todas estas virtudes, una es muy poco nombrada en el presente, tal vez porque nuestro mundo carece de ella o brilla por su ausencia. Se trata de la cortesía, del ser cortés.

Basta asomarse a los medios de comunicación, a Internet, a las redes sociales, pues en todos ellos abunda la agresividad gestual, verbal, llegando incluso a las manos. El lenguaje soez, las descalificaciones personales, los insultos, son en muchos casos una constante, incluso, para nuestra vergüenza, en los medios digitales de carácter católico. No reparamos en otros ámbitos públicos, porque es tan evidente que provocan el sonrojo de cualquier ciudadano.

Precisamente ante este mal que nos asola, viene Francisco de Asís a darnos un ejemplo para superarlo. De Francisco podemos aprender a ser corteses unos con otros, manteniendo cada uno sus propias opiniones, sin por ello dejar de respetar al otro.

La cortesía de Francisco nada tiene que ver con guardar las formalidades sociales, las apariencias, para dar una imagen conforme a los cánones culturales imperantes, o simplemente para busca agradar.

Incluso va más allá de la cordialidad, amabilidad, afabilidad, delicadeza, elegancia y finura que distinguen a la cortesía. En Francisco encontramos todos esos rasgos, con un fundamento transcendental y con una finalidad que lleva más lejos de la buena educación y lo que ésta persigue.

Francisco es cortés porque ha experimentado la cortesía de Dios, y querrá serlo a la manera de Dios. En una ocasión le dijo a un hermano: “Has de saber, hermano carísimo, que la cortesía es una de las propiedades de Dios, que por cortesía da el sol y la lluvia a buenos y malos. La cortesía es hermana de la caridad, que extingue el odio y fomenta el amor”.

Así se comprende que, para Francisco la cortesía es inseparable del amor; que la cortesía es el instrumento más eficaz para derribar el odio. La cortesía nace del amor de Dios y del amor a Cristo, que se difunde en el amor al prójimo. Así lo refleja su vida.

Sus escritos y sus biógrafos nos brindan el retrato del Francisco cortés, que se distingue por ser acogedor, leal, compasivo, manso, generoso, discreto, honrado, cariñoso y caritativo.

Estas notas caracterizan su cortesía: La acogida con bondad de todo aquel que viene a ti, ya sea amigo o enemigo. La fidelidad en lo prometido, a la vocación que has sido llamado en la Iglesia, en el trabajo, en la profesión que se ejerce. La compasión se manifiesta en la misericordia para con los pobres, enfermos, necesitados, pecadores. La compasión que se traduce para con todos, incluidos los pecadores y los que nos causan daño. Siguiendo las enseñanzas del Maestro: tratar a los demás cómo te gustarían que te tratarán a ti.

La mansedumbre, cercana a la compasión y a la bondad. La afabilidad, la dulzura suponen un gran dominio de sí mismo. Francisco exhorta a sus hermanos: “sean apacibles, pacíficos y mesurados, hablando a todos honestamente, según conviene”.

La liberalidad es la entrega generosa de los propios bienes, cómo hizo después de su conversión. Ya antes mostró ser generoso hasta el extremo. Tras convertirse se desprendió de todo para darlo a los pobres, hasta el punto que llegó a experimentar la liberalidad de Dios y de los hombres a través de la práctica de la limosna, que fortaleció su cortesía.

La discreción es otro rasgo de su cortesía, que supone la prudencia, la paciencia, el respecto y la delicadeza en las relaciones: expresiones de la misericordia, que evita tanto la indiferencia y superficialidad, como la dureza en el trato con las personas.

El honor caracteriza a la cortesía porque conduce a la humildad por amor a Dios y a los demás, a vivir aquello que se dice con la boca o se predica, y a devolver todos los bienes a Dios a través del servicio a los demás.

Por último y cómo cumbre: el amor.  Francisco vive lo que recitaban las canciones de la época: cuando el amor nace del corazón, expulsa cualquier tipo de bajeza y miseria.

Francisco era incapaz de decir no, de negar algo a quien le pidiera por amor de Dios, pues estaba tan lleno de amor y reconciliado, que podía hablar con las criaturas no humanas y pedirles. Cómo cuando le iban a cauterizar, le pide al hermano fuego que sea cortés con él, pues lo había amado tanto por Dios.

Francisco vive la cortesía cómo participación de la cortesía de Dios, siguiendo a Jesús en cuerpo y alma. Esto se traduce en su acogida, bondad, delicadeza, generosidad, mansedumbre y amor para con todos los hombres y todas las criaturas, cómo canta en el Cántico del Hermano Sol.

La cortesía es el rostro del corazón. Dios quiera, que el ejemplo de Francisco de Asís nos ayude a crecer como seres humanos y como cristianos, para que seamos corteses unos con otros y construyamos un mundo más pacífico y más justo, anticipo del Reino de Dios.

Feliz fiesta de San Francisco de Asís. Vuestro párroco.

Fr. Miguel Ángel Lavilla Martín

Franciscano

 

 

 Imagen de San Francisco de Asís (Peñaranda de Duero)

 

Imagen de S. Francisco de Asís - Catedral de Bayona

 

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