"Para San Francisco la oración y el ayuno tiene especial lugar en su ascesis. Él nos dice en su Regla No Bulada (III,1): “Dice el Señor: 'esta clase de demonios no puede salir más que a fuerza de ayuno y oración' (cf. Mc 8,28)”. El monte Alvernia es una demostración clara de que San Francisco, al final de sus días, sentía la necesidad de lo que llamamos “ratos fuertes de oración y de una experiencia del desierto” (Charles de Foucault). Su inserción en Dios era tan fuerte y profunda, que era un hombre hecho oración."
El próximo día 22 de febrero, comienza el tiempo de Cuaresma . No dejemos que los festejos de la semana carnavalesca , diluyan en nuestro corazón la importancia del tiempo liturgico en que nos introducimos a partir del día 22.
Queridos hermanos y hermanas
Queridos hermanos y hermanas
La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida
cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la
ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de
fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la
oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la
alegría pascual.
Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico
tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado
exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y
el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según
las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón
sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la
caridad y las buenas obras» (v. 24).
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