Berardo, Pedro, Acursio, Adyuto y Otón fueron enviados por San Francisco a predicar a los mahometanos. Partieron de Italia en 1219, y cruzaron España y Portugal para llegar a la Sevilla musulmana, donde fueron apresados y luego desterrados a Marruecos. Aquí continuaron predicando la fe cristiana, por lo que fueron detenidos, encarcelados y torturados en Marrakech, hasta que, al no querer abdicar de Cristo, el rey del país los condenó a muerte. Ante sus reliquias, trasladadas a Coimbra, San Antonio decidió pasarse a la Orden Franciscana.
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