domingo, 12 de abril de 2020

Mensaje de Pascua- Fr. Joan Jordi Escrivá










“¿POR QUÉ BUSCÁIS ENTRE LOS MUERTOS AL QUE VIVE?
NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO” (Lc. 24, 5-6)

Estimados hermanos: Paz y Bien.

      El miércoles de Ceniza comenzábamos el tiempo de Cuaresma, tiempo que nos conduce a la GRAN FIESTA DE LA PASCUA.
Nadie pensábamos que esta Cuaresma tenía que ser distinta a las que hemos vivido hasta hoy.

      Sin esperar de repente nos hemos vistos metidos de lleno con la pandemia del Coronavirus que nos hace cambiar la vida en radicalidad, sin apenas poder reaccionar, nos vemos confinados en casa, sin poder salir a la calle, solo lo preciso y necesario.

      No hay colegio, los niños en casa, muchas tiendas, bares, restaurantes, hoteles… cerrados a cal y canto.
      Sólo los supermercados y tiendas de alimentación, farmacias, gasolineras y poco más permanecen abiertos.

       Hospitales desbordados, el personal sanitario que no da abasto, militares, policías, UME, Protección Civil y un montón de voluntarios que están aportando su granito de arena, cosiendo y fabricando mascarillas y tantas personas que de forma callada están ayudando a sus vecinos como llevándoles la compra a casa para que las personas mayores no salgan a la calle, sacerdotes que, en la medida que las circunstancias se lo permiten, están danto una palabra de aliento y esperanza…

      En estos días hemos escuchado y seguramente pensado de todo.

     Viene a mi mente las palabras que escuchábamos en el Libro del Éxodo, cuando el pueblo de Israel está pasando calamidades por el desierto: “Está o no está el Señor con nosotros” (Ex. 17, 7).

     ¿Por qué permite el Señor tanto sufrimiento, tanto dolor, tanta muerte?

     ¿Por qué tenemos que vivir esta situación?

    Nos vemos débiles, indefensos e impotentes ante tanto contagio, sufrimiento, muerte.

       No encontramos fácilmente respuesta a tantas preguntas.

       El cristiano sabe que Dios siempre habla en los acontecimientos de nuestra historia personal y colectiva.

      Un cristiano se pregunta; ¿Qué quiere el Señor de nosotros con todo lo que está sucediendo?

      En muchas ocasiones el mundo, nosotros nos hemos apartado de la presencia de Dios.

      El sigue presente en nosotros, camina con nosotros, ¿Somos capaces de reconocer su ternura, su amor misericordioso, su rosto paterno en cada uno de los que tenemos al lado?, ¿somos capaces de reconocerlo en tantos y tantos cirineos que han aparecido estos días? Médicos, enfermeras, camilleros, personal de limpieza en los hospitales, militares y policías desinfectando calles, residencias, hospitales, tantas personas que de forma anónima están dando la vida por los demás.

     Dios sigue manifestándose en el rostro doliente del enfermo que está luchando entre la vida y la muerte en cualquier UCI, en cualquier anciano que está aislado en cualquier residencia de ancianos. Está presente en la enfermera que sabe llevar una sonrisa o una palabra de aliento a ese enfermo que necesita que alguien le recuerde que vale la pena luchar por la vida.

    La Cuaresma termina con el Triduo Pascual, donde se nos invita a celebrar los momentos más importantes de la vida de Jesús, su pasión, muerte y resurrección. Nos lleva a vivir con esperanza y alegría y a celebrar que la vida que no termina con la muerte, que Cristo ha salido victorioso del sepulcro, que ha vencido la muerte, que está vivo y la muerte no tiene dominio sobre Él. Por eso poder pedir al Señor en estos días de la Semana Santa aunque estemos en casa confinados, poder participar de la Vida, la Esperanza y la alegría que nos trae la Resurrección de Cristo.  

     Podamos escuchar con gozo las palabras del Angel; “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive, no está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron” (Lc. 24, 5-6)

Pidamos al señor que nos de el don de la confianza en el y que nos ayude ser humildes, para entrar en su pascua.
                                                                                  
                                                             Fr. J. Jordi Escrivá,
                                                                           ofm

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