viernes, 30 de julio de 2021

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - 1 Agosto 2021



Lecturas XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

  

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4. 12-15




En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

—«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad».

El Señor dijo a Moisés:

—«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: "Hacía el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios"».

Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor de campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas dijeron:

—«¿Qué es esto?».

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

—«Es el pan que el Señor os da de comer».

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54

R. El Señor les dio un trigo celeste.

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder. R.

Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R.

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido. R. 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24



Hermanos:

Esto es los que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios.

Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

Palabra de Dios. 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Juan 6, 24-35






En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

—«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús contesto:

—«Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.

Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

—«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?».

Respondió Jesús:

—«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado».

Le replicaron:

—«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo"».

Jesús les replicó:

—«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:

—«Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:

—«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed».

Palabra del Señor. 


 REFLEXIÓN

En este evangelio Jesús deja las cosas bien claras. No todo sirve en el cristianismo.  Hay que bajar al fondo de nuestro ser y descubrir las motivaciones profundas de nuestro seguimiento a Jesús. Veamos algunos aspectos muy interesantes en este evangelio.

1.- “Vosotros me buscáis porque habéis comido hasta hartaros” El pueblo, la gente, entusiasmada con Jesús porque había saciado milagrosamente su hambre en el desierto, le busca y le hace esta pregunta: “Maestro, ¿Cuándo has venido aquí”? A esta pregunta Jesús no responde. Como no responde a tantas preguntas vacías y superficiales que nos hacemos en la vida: ¿Dónde vamos a pasar este fin de semana? ¿Qué matrícula de coche voy a comprar?  ¿Qué tiempo nos hará esta semana? Pero sí contesta a las preguntas de profundidad. A Jesús le interesa mucho las motivaciones de nuestra fe, el por qué seguimos a Jesús. Y le duele cuando le seguimos sólo pensando en cosas materiales. “Me buscáis porque habéis comido hasta hartaros”. Aquellos buscaban a un Jesús que les diera de comer todos los días sin trabajar. Jesús no está de acuerdo con esas miras tan cortas, con esas vidas tan reducidas. Dios desea siempre más. Por eso les invita a buscar otro pan, otra comida que permanece, que da vida eterna. Aquí no se refiere sólo a la vida después de la muerte, sino a un cambio de vida en este mundo. “Vida eterna es una vida distinta a la existencia de antes” (J. Guhrt). Es lo que ya había dicho Jesús en otra ocasión: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10). La mejor manera de prepararnos para la “vida eterna” es     vivir esta vida en plenitud.

2.– ¿Qué debemos hacer para obrar según Dios?  Después de un diálogo con Jesús, las cosas cambian. Qué distinta la pregunta que le hacen ahora a la que le habían hecho antes.  Si cada día los cristianos escucháramos a Jesús, si cada día leyéramos con fe el evangelio, cambiarían nuestras preguntas y nuestras conductas. Lo que de verdad cambia a una persona es otra persona. Y la única persona que puede cambiar nuestra vida es Jesús. “La obra de Dios es que creáis en aquel que el Padre ha enviado”. Jesús es el único que puede llenar plenamente nuestra vida. Cuando Jesús llama a los primeros discípulos les hace una pregunta: ¿Qué buscáis? Ellos le contestan con otra: Maestro, ¿dónde vives? Jesús les dijo: “Venid y ved”. Aquí Jesús se presenta como la respuesta a todas nuestras preguntas; como la solución a todos nuestros problemas; como la plenitud a todos nuestros vacíos.  El texto no nos dice qué vieron, qué sintieron, qué palparon. Lo único que nos dice es que aquellos primeros discípulos ya no se apartaron de Jesús. Y se quedaron con Él (Jn. 1,39).

3.– Señor, danos siempre de ese pan. Aquí ya no hay una interrogación sino una afirmación: “Danos siempre de ese pan”. A Jesús no debemos ir nunca con nuestras respuestas sino sólo con nuestras preguntas. Es posible que Él mismo nos haga cambiar de preguntas. Y también que nos quedemos, como sucedió en este caso, con la respuesta que necesitamos. No queremos otro Pan, ni otro Vino, ni otro Camino, ni otra Luz, ni otra Sal, ni otro Tesoro, ni otra Verdad, ni otra VIDA que no sea JESUS.  En definitiva, es Jesús aquel que, en el fondo, todos buscamos y todos necesitamos.

PREGUNTAS

1.- ¿Busco a Jesús por interés material? ¿Le busco porque lo necesito? ¿O le busco porque me siento cautivado por Él?

2.– Más que preguntar a Dios ¿Dejo que sea Él el que me pregunte?  ¿Le dejo las preguntas abiertas?

3.- ¿Estoy convencido que Jesús ha sido lo más bello y bonito que ha ocurrido en mi vida?

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