viernes, 22 de octubre de 2021

XXX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B - DIA DEL DOMUND - 24 de octubre de 2021.

 

Lecturas XXX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

 

 



 «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído»

PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de Jeremías 31, 7-9






Así dice el Señor:

«Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos:

proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. 

Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra.

Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna.

Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos: los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán.

Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 

R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R. 

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R. 

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R. 

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla:
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R. 

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6







Hermanos:

Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para presentar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.

Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades.

A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.

Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Marcos 10, 46-52




En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:

—«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».

Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:

—«Hijo de David, ten compasión de mí».

Jesús se detuvo y dijo:

—«Llamadlo».

Llamaron al ciego, diciéndole:

—«Ánimo, levántate, que te llama».

Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.

Jesús le dijo:

—«¿Qué quieres que haga por ti?».

El ciego le contestó:

—«Maestro, que pueda ver».

Jesús le dijo:

—«Anda, tu fe te ha curado».

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Palabra del Señor. 


REFLEXIÓN

Examinemos los verbos que usa el texto acerca del comportamiento de Jesús:

1) Se detuvoNo puede seguir adelante su camino cuando hay alguien que sufre, que grita. Jesús va de camino y tiene muchas cosas que hacer, pero ante una necesidad, no puede seguir adelante, sabe detener el tiempo. En realidad, para Jesús, tener tiempo es emplearlo para hacer el bien.

2) Lo llamaPara Jesús toda persona es importante, no es un número, tiene un nombre. Es importante el detalle. No lo llama él personalmente, sino que dice: Llamadle. Aquellos que no querían escuchar los gritos del ciego, son ahora los que van a llamarle. Jesús quiere que la gente se implique, colabore en hacer una nueva humanidad.

3) lo cura. Le devuelve la vista. Y con la vista lo rehabilita para poder ganarse la vida sin necesidad de mendigar.

El camino de Jesús sólo lo puede recorrer aquel que es iluminado por Jesús. El seguimiento de Jesús en este ciego tiene unas características especiales:

1.-«Arrojó el manto»

El manto es su instrumento de trabajo. Es aquello que lleva el pobre para protegerse del frío en las noches. «Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de la puesta del sol, porque es lo único que tiene para cubrir su cuerpo. Si no, ¿con qué va a dormir?» (Ex 22, 25-26). Y, sin embargo, lo arroja. No se queda nada.  Se ha encontrado con Jesús y ya no necesita nada. Es lo contrario del joven rico. Éste tenía muchas riquezas y prefirió las riquezas a Jesús. El ciego, una vez que se encontró con Jesús, no necesitó más que a Jesús. Por eso tira hasta el manto, lo único que tenía.

2.- “Dio un salto«.

 Es el salto de gozo, de júbilo, de entusiasmo, al encontrarse con Jesús. Es lo contrario del joven rico que se quedó con su riqueza, pero se quedó muy triste.  Es lo contrario de la vulgaridad y mediocridad de los discípulos que siguen a Jesús de mala gana, sin entusiasmo, sin alegría, sólo preocupados por los primeros puestos, por ser los importantes. Es lo que suele ocurrir en la vida de muchos cristianos, no puede haber cristianismo sin alegría. El encuentro con Jesús es fuente inagotable de gozo. Lo dice muy claro el Papa Francisco: “la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” (E.G. 1).

3.- “Y siguió a Jesús por el camino».

Y el camino conducía a Jerusalén donde Jesús iba a encontrarse con la Cruz y con la muerte. Lo normal hubiera sido ir a su casa y comunicar esa noticia a los familiares. Una vez que ha conocido a Jesús ya no tiene tiempo sino para seguirle. Y seguirle por el camino que le ha marcado Jesús. Este ciego de nacimiento será el modelo auténtico del cristiano de todos los siglos. Es el que nos enseña el verdadero seguimiento a Cristo. San Pedro seguía a Jesús, pero se escandalizó de la Cruz. Los apóstoles seguían a Jesús, pero sólo pensaban en sus propios intereses. Sólo el ciego sigue a Jesús sin poner condiciones. Seguir a Jesús no es copiarle desde fuera sino sumergirse en su persona y bajar con Él a beber de la misma agua y del mismo pozo.  “Cristo no sólo vino a realizar la obra de la Encarnación. La palabra de Dios se hizo carne para llevar adelante la obra de la redención. El misterio de Cristo es también nuestro misterio. Lo que ocurrió en la cabeza debe ocurrir también en los miembros. Encarnación, Muerte y Resurrección; es decir, arraigo, desarraigo, y transformación. Una vida no es auténticamente cristiana si no contiene ese triple riesgo”.

PREGUNTAS

1.– Cuando tanto me cuesta desprenderme de las cosas, ¿no será que Jesús no es todavía el Absoluto en mi vida?

2.- ¿Vivo mi fe en Jesús con verdadera alegría? ¿Brillan mis ojos ante el descubrimiento de Jesús como un tesoro que estaba escondido?

3.- ¿Sé ponerme detrás de Jesús para que sea Él quien me marque el camino? 




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