miércoles, 24 de noviembre de 2021

DEDICACION DE LA IGLESIA DE JESUS MAESTRO (OFM) FRANCISCANOS - 21 DE NOVIEMBRE DE 2021- UNA CATEQUESIS DEL RITO


El pasado 21 de noviembre, será recordado en la comunidad parroquial de Jesús Maestro de Zaragoza, como un día festivo de ahora en adelante, solemnemente. ha sido dedicado el templo de la comunidad. Todos los ritos de la  dedicación de una iglesia tienen por finalidad preparar el altar para disponerlo a ser ara y mesa del Señor, el lugar donde se celebra la Eucaristía que es el sacramento del sacrificio de Cristo y el alimento del pueblo de Dios.


Procesión  previa al inicio de los ritos solemnes

Todo recinto sagrado católico existe para reunir a los fieles en los actos de culto y la adoración comunitaria a la Santísima Trinidad. Por tratarse de lugares en los que Dios tiene su morada y los sacerdotes renuevan el sacrificio de Cristo en la cruz, la Iglesia ha dispuesto una liturgia solemne de dedicación para agradecer al Señor "porque en esta casa que nos has permitido edificar y en la que no cesas de favorecer a esta familia tuya que peregrina hacia ti, simbolizas el misterio de tu comunión con nosotros y admirablemente lo realizas".

Cristo, por su muerte y resurrección, se convirtió en el verdadero y perfecto templo de la nueva Alianza y reunió al pueblo adquirido por Dios. Este pueblo santo, unificado por virtud y a imagen del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es la Iglesia, o sea, el templo de Dios edificado con piedras vivas, donde se da culto al Padre con espíritu y verdad. Con razón, pues, desde muy antiguo se llamó «iglesia» el edificio en el cual la comunidad cristiana se reúne para escuchar la palabra de Dios, para orar unida, para recibir los sacramentos y celebrar la eucaristía.

El rito empieza con la entrada en la iglesia.


El párroco se dirige a realizar la apertura del templo

Los ritos de unción, incensación, revestimiento e iluminación del altar expresan con signos visibles algo de aquella acción invisible que Dios realiza por medio de la Iglesia cuando ésta celebra los sagrados misterios, en especial la eucaristía. 

Unción del altar y de las paredes de la iglesia:

Mons. Carlos Escribano unge con óleo el altar

En virtud de la unción con el crisma, el altar se convierte en símbolo de Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el «Ungido», puesto que el Padre lo ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo Sacerdote para que, en el altar de su cuerpo, ofreciera el sacrificio de su vida por la salvación de todos. 


Fray Joaquin Zurera unge una de las paredes del templo

La unción de la iglesia significa que ella está dedicada toda entera y para siempre al culto cristiano. Se hacen doce unciones, según la tradición litúrgica, o cuatro, según las circunstancias, para significar que la iglesia es imagen de la ciudad santa de Jerusalén.

 El Diacono Permanente de San Pio X Inciensa el templo

Se quema incienso sobre el altar para significar que el sacrificio de Cristo, que se perpetúa allí sacramentalmente, sube hasta Dios como suave aroma y también para expresar que las oraciones de los fieles llegan agradables y propiciatorias hasta el trono de Dios.

Mons.Carlos Escribano prende el incienso

La incensación de la nave de la iglesia indica, por su parte, que ésta, por la dedicación, llega a ser casa de oración; pero se inciensa primero al pueblo de Dios, ya que él es el templo vivo en el que cada uno de los fieles es un altar espiritual.

El revestimiento del altar indica que el altar cristiano es ara del sacrificio eucarístico y al mismo tiempo la mesa del Señor, alrededor de la cual los sacerdotes y los fieles, en una misma acción pero con funciones diversas, celebran el memorial de la muerte y resurrección de Cristo y comen la Cena del Señor. Por eso el altar, como mesa del banquete sacrificial, se viste y adorna festivamente. Ello significa claramente que es la mesa del Señor, a la cual todos los fieles se acercan alegres para nutrirse con el alimento celestial que es el cuerpo y la sangre de Cristo inmolado.

Dos miembros de la comunidad revisten el altar

La iluminación del altar, seguida de la iluminación de la iglesia, nos advierte que Cristo es la «luz para alumbrar a las naciones» con cuya claridad brilla la Iglesia y por ella toda la familia humana.


Un acólito procede a la iluminación del templo

Una vez preparado el altar, el obispo celebra la eucaristía, que es la parte principal y más antigua del rito. La celebración eucarística se relaciona íntimamente con él. En efecto: — Con la celebración del sacrificio eucarístico se alcanza el fin principal de la construcción de una iglesia y de un altar y se manifiesta con signos preclaros. — Además, la eucaristía, que santifica los corazones de quienes la reciben, consagra en cierta manera el altar y el lugar de la celebración, como lo afirman repetidas veces los antiguos Padres de la Iglesia: «Este altar es admirable porque, siendo piedra por su naturaleza, ha llegado a ser cosa santa después que recibió el cuerpo de Cristo»


Eucaristía solemne tras la consagración

La ceremonia, fue presidida por el Excmo. y Rvdmo. Arzobispo de Zaragoza, D. Carlos Manuel Escribano Subías, acompañado del Ministro Provincial de los Franciscanos Menores, fray Joaquín Zurera, su predecesor en el cargo, Fr. Juan Carlos Moya, del párroco y guardián de la fraternidad de Zaragoza, fray Joan Jordi Escrivá, el Vicario Episcopal de la Vicaría II y de la MIDE D. Jesús Jaime Navarro, y el Diácono Permanente de la Parroquia de San Pío X D. Octavio Pérez, ejerciendo como maestro de ceremonia fray Joaquín Pacheco Galán del Convento Franciscano de Guadalupe y que contó con la presencia de  los hermanos franciscanos del Convento de Santa María de Jesús (Fr. Antonio Rios, Fr. Antonio Barceló, Fr. Jose Daniel Llacer), los hermanos definidores de la Provincia Franciscana de la Inmaculada, así como de otros hermanos venidos de distintos conventos y fraternidades (entre ellos Fr. Ángel Talens, anterior párroco y Miguel Ángel Lavilla, que fue diacono en la parroquia).










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