Fiesta de San Francisco de Asís
4 de octubre
Paz y
Bien a todos que leáis estas líneas.
El
próximo día 4, celebramos la fiesta de San Francisco de Asís, el fundador de la
Orden franciscana, a la que pertenecemos los hermanos menores que animamos esta
Comunidad Parroquial de Jesús Maestro.
Este
año se cumplen 800 años de dos efemérides muy importantes en la vida de San
Francisco: El Papa aprueba la Regla (Norma de vida) que le presenta Francisco y
la celebración de Navidad que hace en Greccio (provincia de Rieti, Italia).
Dos
acontecimientos que revelan el carácter y la espiritualidad de San Francisco,
pues el primero es esencial para conocer su experiencia cristiana y su carisma
dentro de la Iglesia.
La primera
efeméride, que es la Regla o la Forma de vida de Francisco y sus hermanos, es
el resultado de la vivencia en fraternidad durante de varios años, puesta por
escrito, en el que se resume de manera breve y directa: vivir el santo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, en obediencia, sin nada propio y en
castidad; dentro de la Iglesia católica. La oración, la pobreza, el trabajo, la
itinerancia, el servicio, la relación familiar entre los hermanos, el trato
pacífico y humilde con las demás personas, la misión de anunciar el Evangelio, van
desengranándose de manera radical en la Regla y vida de los Hermanos Menores.
Este es el nombre escogido por el mismo Francisco para llamar a quienes le
acompañaban y le acompañarán en el seguimiento de las huellas de Jesucristo.
La
propuesta radical de esta Forma de vida, no podía ser de otra manera pues su
medula es el Evangelio, sólo puede vivirse siguiendo el cimiento formulado por
el mismo Francisco en el capítulo 10: “los hermanos… aplíquense…en aquello que
por encima de todo deben desear: tener el Espíritu del Señor y su santa
operación”. Sólo siguiendo los impulsos del Espíritu que guía y habita en
Jesucristo, los hermanos menores podrán seguir sus huellas: vivir el Evangelio.
El
texto de la Regla, que también puede servir de inspiración para cualquier
cristiano, podéis leerlo en:
http://www.franciscanos.org/esfa/rb1r.html
La
segunda efeméride es más conocida para el gran público, que según una tradición
dio origen a la implantación o difusión del belén.
Francisco
antes de llegar la Navidad quiso celebrar de una manera singular la fiesta del
nacimiento del Hijo de Dios, para contemplar la invalidez de niño que sufrió el
Señor. Para ello dispuso todo lo necesario, incluso escogiendo un lugar
privilegiado: una hendidura en la montaña, próxima al pueblo de Greccio. Invitó
a los hermanos y a las gentes del lugar y alrededores a participar en una
procesión con velas y antorchas, con cantos, hasta el lugar escogido, para
celebrar la eucaristía, en un altar colocado encima de un pesebre con pajas,
junto a un buey y un asno. Después de proclamar el evangelio, Francisco predica
con gran emoción sobre el misterio del nacimiento del Hijo de Dios en Belén.
Podéis
encontrar el relato en
http://www.franciscanos.org/enciclopedia/navidad1223.html
Según
nos cuentan los biógrafos, Francisco amaba a la Navidad más que a las otras
fiestas, "la fiesta de las fiestas" la llamaba. El motivo de esta
gran devoción por la Navidad puede apreciarse en su Salmo Navideño, (Salmo
15:
http://www.franciscanos.org/esfa/ofpb.html)
También
en varios de sus escritos: Dios Padre, por su gran amor para con nosotros, ha
hecho que su Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la Virgen
María, de cuyo seno recibió la verdadera carne de nuestra humanidad y
fragilidad.
Tal era
el gozo que le embargaba la Navidad y el amor que ésta le provocaba que
invitaba a todos los cristianos a ser gozosamente generosos no sólo con los
pobres, necesitados y mendigos, sino también con los animales y los pájaros (a
esparcir grano por los caminos,…); imitando así la gran generosidad de Dios
para con nosotros, al entregarnos débil y necesitado a su amado Hijo.
El
misterio de la encarnación de Dios (Belén) desemboca en el misterio de la
redención y en el de la nueva presencia de Cristo glorioso en la eucaristía.
La celebración
navideña de Greccio es la actualización y vivencia de un misterio de fe: el
derroche de amor de Dios para con los hombres, que pasa por el pesebre hasta la
cruz en el Gólgota, para actualizarse en el altar cada vez que se celebra la
misa. El mismo Dios se entrega en las manos del hombre, para que este tenga
vida y vida en abundancia.
El Hijo
amado, Jesucristo, por voluntad del Padre, nace niño, se humilla, se abaja, se
hace frágil y necesitado, para entregarse a
nosotros, hasta la muerte en cruz, de la que sale victorioso por la
fuerza del Padre que lo resucita, para que un día también nosotros resucitemos.
Esto es lo que Francisco celebra en Greccio: el amor inconmensurable de Dios
para con nosotros, a través de su Hijo Jesús, frágil y menesteroso como
nosotros.
Ambas
efemérides están íntimamente ligadas y son inseparables: sin la Navidad, no hay
encarnación, y sin esta que se celebra en Greccio, no hay posibilidad de que la
Forma de vida de los hermanos menores sea vivir la Buena Noticia, el
seguimiento de las huellas de Jesucristo: encarnación de la Buena Nueva.
Feliz fiesta de San Francisco, que él interceda por nosotros, para que el Niño Jesús renazca en nuestros corazones y redescubramos la novedad y la alegría del Evangelio.
Fray Miguel Ángel Lavilla Martín
Gruta de Greccio
Salida del sol desde el santuario Greccio
Santuario de Greccio
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