sábado, 1 de mayo de 2021

V Domingo de Pascua Ciclo B - 2 de mayo de 2021

 


Lecturas V Domingo de Pascua Ciclo B






Señor de los Milagros: 

Tú te portaste con tu Madre como el más tierno de los hijos. Quisiste necesitar de su regazo para que el Espíritu en Él plasmara tu sacrosanta humanidad. Quisiste aparecer en los brazos de María, como en custodia viva, expuesto a la cariñosa veneración de los pastores y magos. Ella te fajó en pañales, te alimentó con sin igual cuidado y te arregló tu pobre vestimenta de obrero. Porque ella intervino delicadamente obraste el primer milagro en una fiesta de novios.

Y fuiste bueno con muchas madres que te salieron por los caminos de tu tierra. Te conmovió muy hondo la viuda de Naím, cuyo hijo único llevaban a enterrar, te emocionó la oración de la extranjera que te suplicaba por su hija cruelmente atormentada. Acogiste con bondad a las madres que te presentaban sus hijitos para que los bendijeras. Tú interpretaste sus deseos, con más honda comprensión que tus discípulos, y proclamaste que deseabas verte rodeado de los niños.

Te ruego que me des corazón de madre que perdone, acoja y adivine las necesidades de los míos. Te suplico que me concedas espíritu de sabiduría, de entendimiento y de consejo para juzgar con rectitud y acierto las actitudes de mis hijos, sus descarríos, sus esfuerzos y para darles el atinado consejo, cuando necesiten volver al buen camino o afirmarse en él. Dales valor a mis lágrimas cuando lloren por los hijos enfermos o desviados. Gracias, Señor, por tu presencia en mi hogar.

Amén.

 

PRIMERA LECTURA    

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.

Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.

Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente en nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.

La iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea, y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial: Salmo 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

O bien:

R.  Aleluya.

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R. 

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R. 

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R.  

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.

En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.

Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.

Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Palabra de Dios. 

EVANGELIO

cruzLectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor.

INTRODUCCIÓN

Hay una estrecha vinculación entre la primavera y la Pascua. La primavera es como el “estallido de la vida”. Una vida que se derrama en miles de árboles y arbustos; en millones de capullos y flores. El que despertó esta vida no era un espíritu tacaño sino derrochador. Y de ese derroche, de esa sin medida, de ese despilfarro brota la belleza de la nueva vida. La Resurrección de Cristo es el estallido de la Vida. Una vida que estaba concentrada, aprisionada en el cuerpo de Cristo según la carne y que, en la Resurrección estalla y lo invade todo.  Cristo es “el que vive”. Alejarse de Él es alejarse de la vida, como el sarmiento que se separa de la vid.

                                                  REFLEXION

 1.– YO SOY LA VERDADERA VID. Si dice Jesús que EL es la vid “verdadera” es que ha habido antes otra vid que no era la auténtica. En efecto, ya Isaías nos habla de un canto de amor de Dios a su pueblo. Y ese pueblo estaba significado por la viña (Is. 5,1-7).  En el frontispicio del Templo de Jerusalén había una hermosa vid para significar a Israel. Este canto de gozo y de esperanza por parte de Dios, pronto se convirtió en canto de decepción. “esperó uvas y le dio agrazones” (v.2). Es la trágica historia de un pueblo elegido y mimado por Dios y, sin embargo, no supo responder con amor sino con ingratitud.  Ese pueblo no era la vid verdadera.  Ahora la vid no va a ser un pueblo sino una persona: la persona de Jesús, la verdadera Vid.  Y esta nueva Vid dará el fruto que al Padre le agrada. Ahora este Viñador sí que puede soñar y cantar y danzar. “Jesús es el Hijo en quien el Padre ha puesto todas sus complacencias” (Mt. 3,17). 

2.– SIN MI NO PODÉIS HACER NADA. Jesús es tajante. No dice: sin mí podéis hacer poco. Sin Jesús no podemos hacer nada. A veces los cristianos hemos convertido el evangelio en un compromiso ético. Hemos puesto la esencia de la vida cristiana en el trabajo, el esfuerzo, el mérito.  Los cristianos nos hemos atrevido a todo: hasta hacer un cristianismo sin Cristo. Es verdad que podemos sembrar, labrar, regar, recoger. Pero nunca debemos olvidar que las plantas crecen con la caricia del sol, de la lluvia, del aire. Es decir, con la caricia de Dios. Lo importante es estar unidos a Cristo como los sarmientos a la vid. Que corra por nuestras venas la savia divina y así podemos esperar frutos.  La gloria, el orgullo del Padre es que demos frutos, frutos de caridad. Cuando estamos unidos unos con otros y todos con la vid, que es Jesús, el mismo Padre se emociona y dice: ¡Pedid lo que queráis!

3.- UNIDOS A CRISTO, NUESTRA VERDADERA VID, CANTEMOS EL CANTO QUE AGRADA AL PADRE. “Voy a cantar” (Is. 5,1). Estamos acostumbrados a ver a un Dios hablando, predicando, caminando, llorando. Pero no nos imaginamos a un Dios “cantando”. Nos preguntamos: ¿quién canta? Es el mismo Dios. ¿Qué canta? Dios sólo sabe cantar un tipo de canciones: las canciones del amor. ¿A quien canta? A su pueblo. En el A.T. al pueblo de Israel. Ahora su pueblo es Jesús y los que están unidos a Él. ¿En qué tono canta? En tono mayor y en tono menor. En tono mayor cuando “permanecemos en Él” y estamos todos unidos como los sarmientos con la vid. Pero también canta en tono menor, cuando en vez de uvas damos agrazones. El agrazón es la uva que no ha madurado. Le duele a Dios que nos quedemos a la mitad del camino, que no lleguemos a la plenitud, que no cumplamos los sueños que, desde toda la eternidad, Él tenía sobre cada uno de nosotros.

PREGUNTAS

1.– Somos sarmientos. Pero, ¿en qué vid estamos implantados? ¿En la vid verdadera o en la falsa? ¿Permanezco fiel a Jesús?

2.- ¿Me creo que yo, sin Jesús, no soy nada? ¿Qué tengo que no haya recibido? ¿Entiendo la vida como un regalo? ¿Soy un don para los demás?

3.- ¿Vivo la vida como un bonito canto? ¿En qué tono estoy cantando? ¿Alabo a Dios en todo? ¿O me quejo de todo?


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